El Presidente otra vez se enganchó en un pleito con un medio internacional. Ahora tocó turno al The New York Times y a Natalie Kitroeff, jefa de la oficina de dicho diario para México, Centroamérica y el Caribe, quien, el jueves, publicó, en coautoría con Alan Feuer, EU indagó acusaciones de vínculos del narco con aliados del Presidente de México. Al igual que como ocurrió recientemente con un artículo publicado por Tim Golden en ProPublica, la historia del Times trataba de supuestas aportaciones económicas del crimen organizado a personajes vinculados con López Obrador. En esta ocasión, AMLO tal vez sintió las insinuaciones más cerca de casa, pues se refieren a hechos ocurridos alrededor de 2018 (mientras que Tim Golden había escrito sobre investigaciones mucho más antiguas), y que, al parecer, involucran a sus hijos.
Sin embargo, es justo señalar que el artículo publicado por el The New York Times tiene un tono distinto al del texto de Golden. Se evitan los juicios de valor, y la información se presenta de forma cautelosa. En el artículo de Feuer y Kitroeff incluso se advierte que la investigación de vínculos entre personajes cercanos a AMLO y el crimen organizado “provenía de informantes cuyos testimonios pueden ser difíciles de corroborar y en ocasiones resultan ser incorrectos”. Aun así, la reacción de AMLO en la mañanera del jueves fue virulenta, grosera e, incluso, irresponsable, al tildar al diario de “pasquín inmundo” y difundir el número telefónico de Kitroeff. Luego siguieron los dimes y diretes, y una guerra de publicación de teléfonos, incluyendo los números de Claudia Sheinbaum y del primogénito del Presidente.
Curiosamente, fue el excanciller, y actual aspirante a senador, Marcelo Ebrard –que, al parecer, ya se reconcilió con el partido oficial y con su candidata–, quien mejor explicó el meollo del asunto. De acuerdo con Ebrard, detrás de las publicaciones de ProPublica y del The New York Times está la irritación de la DEA, que no perdona los “agravios” por parte de la actual administración. Por eso anda filtrando (a periodistas de alto calibre, dicho sea de paso) investigaciones contra personajes allegados a López Obrador, que, aunque nunca prosperaron, sí alcanzan a empañar la imagen del inquilino de Palacio Nacional. En opinión de Ebrard, las filtraciones de la DEA son una venganza, con tintes electorales, ante el fiasco de la detención del general Salvador Cienfuegos, y las restricciones que posteriormente se establecieron a las operaciones de la agencia antidrogas en territorio nacional. “Nos quieren cobrar esa… A ver, la de Cienfuegos no… la van a perdonar”, concluyó el excanciller en una entrevista.
Coincido en la lectura de Ebrard, en lo que toca a la intencionalidad de las recientes filtraciones de la DEA de golpear al gobierno. Sin embargo, sospecho que estos golpes buscan algo más que un simple ajuste de cuentas. Llama la atención el timing. Las campañas no arrancan formalmente hasta este viernes, y en los próximos tres meses pasarán muchas cosas. Cuando lleguemos al día de la jornada electoral, el 2 de junio, los artículos de Golden y del The New York Times serán historia remota. Si la DEA meramente buscara ‘cobrarse’ los agravios del gobierno, hubiera sido más eficaz esperar un poco antes de soltar las bombas. Por lo tanto, no descartaría que las filtraciones que hemos conocido por los artículos de Tim Golden y del The New York Times no sean más que un preámbulo. Tal vez haya otras investigaciones, incluso más nocivas, listas para ser reveladas. No sería de extrañar. Como escribía en un artículo previo, el dinero del narco, como el agua, busca colarse por todos lados. Tal vez detrás de cámaras haya un estira y afloja, y la DEA busque torcerle el brazo al gobierno en algún tema álgido.
Las reacciones de AMLO ante los reportajes, primero de ProPublica y luego de The New York Times, parecieron viscerales. Sin embargo, también mandan un mensaje inequívoco: las filtraciones lo tienen muy molesto. El Presidente sabe bien que la DEA es una agencia acostumbrada al juego rudo y a irse por la libre. Probablemente espera que alguien en Washington tome cartas en el asunto y meta en cintura a la agencia antidrogas. En todo caso él ya advirtió: “Cada vez que publiquen un artículo calumnioso va a haber réplica, sea quien sea”.