Eduardo Guerrero Gutierrez

Seguridad migratoria: entre el ridículo y la catástrofe

El acuerdo con EU podría dar lugar a una verdadera crisis humanitaria, que agravará incluso más la difícil situación de inseguridad y violencia en el país.

El viernes por la noche el canciller Marcelo Ebrard leyó con desgano, "tal cual", el acuerdo que se alcanzó con Estados Unidos. La naturaleza y el alcance que tendrá este acuerdo es todavía incierto. Por lo que sabemos hasta ahora, cabe anticipar que lo que viene para México oscilará entre dos extremos. En el mejor de los casos será un ridículo pasajero. En el peor de los escenarios, el acuerdo dará lugar a una verdadera crisis humanitaria, que agravará incluso más la difícil situación de inseguridad y violencia en el país, y que golpeará particularmente fuerte a decenas de miles de migrantes.

Respecto al escenario del ridículo pasajero. Hay algunas razones para pensar que los cambios migratorios que vienen podrían no ser tan tremendos. Por una parte, Donald Trump es un mandatario impulsivo, pero que se distrae fácilmente. Ayer buscó pleito con China. Hoy con México. Mañana quién sabe. Su embestida contra México y contra los migrantes es meramente electorera y no hay, en realidad, ningún lobby con peso económico que vaya a cuidar que los acuerdos se cumplan celosamente.

Por otra parte, lo que corresponde hacer a México es de absoluta vaguedad: incrementar el esfuerzo de aplicación de la ley; desplegar la Guardia Nacional en todo el territorio, "dando prioridad" a la frontera sur; tomar "acciones decisivas" para desmantelar organizaciones de tráfico de personas, etc. Echarle ganitas, pues. López Obrador ya se tragó su orgullo. Tal vez lo mejor que pueda hacer ahora sea manifestar voluntad de cumplir. Mandar, por algunas semanas, mucha Guardia Nacional, acompañada de muchas cámaras, a la frontera con Guatemala. Ganar tiempo y dejar que el tema se enfríe.

Sin embargo, también hay razones para pensar que lo acordado en Washington podría terminar en catástrofe. La parte de los acuerdos que corresponde implementar a Estados Unidos es mucho más puntual. México no accedió a ser un 'tercer país seguro'. Sin embargo, se aceptó que Estados Unidos amplíe su protocolo de protección de migrantes, el cual supone que los solicitantes de asilo sean devueltos a territorio mexicano mientras las autoridades norteamericanas revisan sus solicitudes. Ésta es la principal fuente de incertidumbre. De acuerdo con Andrew Selee, director del Migration Policy Institute, en Washington, hay dificultades logísticas que podrían impedir un crecimiento acelerado de la devolución de migrantes a México. Sin embargo, no se puede descartar que el envío masivo e inmediato de migrantes se haga, a como dé lugar, con tal de cumplir la voluntad de Trump.

Para poner las cosas en dimensión. En todo 2018 el Instituto Nacional de Migración (INM) procesó los casos de 138 mil 612 extranjeros detenidos. No hay información oficial sobre el tiempo que estos migrantes permanecieron en detención. Sin embargo, los testimonios disponibles sugieren que la norma es que sólo permanezcan en estaciones migratorias por pocos días antes de ser deportados a sus países de origen. Esta situación podría cambiar radicalmente si Estados Unidos regresa de forma masiva a México a quienes presenten solicitud de asilo. En este caso, el INM tendría que hacerse responsable, por varios meses, de un número de migrantes que podría rebasar los 100 mil (Estados Unidos contempla un plazo de 180 días para procesar solicitudes de asilo). Nuestras estaciones migratorias, ya de por sí desbordadas, simplemente no podrían con la demanda. Surgirían enormes campos de refugiados y, con ellos, el riesgo de violaciones masivas a los derechos humanos de los migrantes.

El mayor desafío, sin embargo, es que este endurecimiento de la política migratoria también propiciará que los migrantes buscarán a toda costa viajar desapercibidos. Lejos de la protección de las caravanas, los migrantes serían una presa todavía más fácil para la delincuencia organizada. El riesgo de nuevas tragedias, como las masacres de migrantes ocurridas en San Fernando, en 2010 y 2011, también sería considerable.

En cualquier caso, no hay razones para celebrar. Lo que da más coraje es que Trump es el único victorioso. Ya logró lo que quería: dar un golpe mediático para consolidar su imagen antiinmigrante. En cambio, no pagará absolutamente ninguna factura. Ni la inflación ni el enojo de la clase empresarial que los aranceles le hubieran acarreado. Un comentarista de Fox News resumió la situación en un frase demoledora: Mexico bows to Trump's tariff threat (México se doblega ante la amenaza arancelaria de Trump); o, como escribió Soledad Loaeza en Twitter: Trump nos puso de rodillas como ningún presidente de EU lo había hecho. Son días tristes para los mexicanos.

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