Érase una vez un Número

El debate fue sobre la reasignación del gasto público

Eduardo Sojo analiza los problemas qué enfrentarían las propuestas económicas de los candidatos de realizarse.

En el debate del martes, lo que estaba detrás de todas las propuestas de los candidatos era la profunda reasignación del gasto que propusieron. Los tres moderadores, que por cierto hicieron muy buen papel, cuestionaron pero dejaron hablar a los candidatos, pero especialmente Carlos Puig, preguntó insistentemente de dónde iban a sacar los recursos para cumplir sus promesas. La única forma en que se pueden hacer compatibles las propuestas de campaña (altamente demandantes de presupuesto público) con el compromiso de mantener finanzas públicas sanas, no aumentar la deuda y no incrementar los impuestos, es hacer una revisión a fondo del gasto público.

Fausto Hernández Trillo mencionaba en un artículo reciente en Arena Pública, que cerca del 90% del monto total del presupuesto federal está comprometido ex ante; buena parte es por ley, imaginemos las pensiones o las participaciones a estados y municipios, por ejemplo; o es irreductible, como los intereses de la deuda o las medicinas; y aún en la parte que no es irreductible se encuentran claros desafíos para reasignarlos, imaginemos cancelar Prospera, las becas de CONACYT, los programas de SAGARPA o el mantenimiento de la red carretera.

Pretender hacer una reasignación del gasto público es sin duda sano, ya que es ahí donde quizá se expresan con mayor claridad las prioridades de una administración. Todos los presidentes buscan acomodar sus prioridades en el presupuesto pero cada vez es más difícil.

Aunque no tenemos una serie larga, de la información sobre el gasto programable del sector público por clasificación funcional es posible inferir los cambios en la estructura del gasto en las tres ultimas administraciones. En la del presidente Fox crece de manera importante la proporción del gasto en funciones de desarrollo social, particularmente salud, vivienda y asistencia social. Con el presidente Calderón la participación que más se incrementa es la relacionada con el gasto en funciones de desarrollo económico, especialmente el rubro que tiene que ver con energía y combustibles; seguridad y justicia es otro rubro en el que se revelan prioridades de esta administración de acuerdo al gasto ejercido. En el sexenio del presidente Peña Nieto se observan cambios menores en las proporciones ejercidas de gasto, destacando nuevamente el rubro energía y combustibles, seguido de transporte.

El análisis nos dice que el margen de maniobra para redireccionar el presupuesto es cada vez menor y un aspecto que lo ha hecho más difícil es el rubro de energía y combustibles, que pasó de 364,033 millones de pesos en el 2007 a 1,105,778 millones de pesos en el 2016. Claramente los subsidios absorben una parte cada vez más importante del presupuesto y limitan otras prioridades.

Un tema relacionado con el gasto público que ha estado en el discurso de todos los candidatos y todos los presidentes desde hace mucho tiempo, es la idea de buscar disminuir el gasto corriente y asignarlo a inversión pública. El problema es que buena parte de las propuestas de los candidatos incrementarían el gasto corriente. El apoyo a los jóvenes que no estudian ni trabajan, los útiles escolares, las medicinas, los apoyos adicionales a los adultos mayores o la renta básica universal, califican como gasto corriente. No digo que sea malo proponer una reasignación en el gasto corriente, pero tengamos reservas con las promesas de los candidatos: No van a poder cumplir todo lo que dicen, ni van a cambiar las proporciones de gasto corriente vs gasto de inversión, si no hacen algo diferente.

La formación bruta de capital fijo del sector público como porcentaje del PIB pasó de 7.2% en 1994, a 5.4% en el 2000, 4.7% en el 2006, 4.5% en el 2012 y 2.7% en el 2016, el porcentaje más bajo de la historia. El que no podamos incrementar la inversión pública en un país como el nuestro, con amplios rezagos en infraestructura, un importante incremento de la población y un creciente proceso de urbanización es muy grave. Si nos atenemos a las propuestas de los candidatos y consideramos las restricciones presupuestales, estos porcentajes no se podrán revertir."Todos los presidentes buscan acomodar sus prioridades en el presupuesto pero cada vez es más difícil".

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