La industria de la construcción es una de las actividades económicas más antiguas de la humanidad, y una constante a lo largo de toda su historia ha sido la presencia prácticamente nula de mujeres. De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (Inegi) del tercer trimestre de 2020, en México apenas el 4 por ciento de las personas que trabajan en la industria de la construcción son mujeres –incluyendo todos los tipos de puestos–. Esto convierte al sector de la construcción en la actividad económica con menor participación femenina, seguido de la agricultura (9 por ciento) y el transporte (12 por ciento).
Sin embargo, este panorama está comenzando a cambiar, y la industria de la construcción en los próximos años experimentará un aumento significativo en la participación de las mujeres, promovido por las nuevas tecnologías y el aumento en las oportunidades de educación superior para las mujeres. En el marco del día internacional de la mujer, vale la pena reflexionar sobre los retos y oportunidades que se avecinan para las mujeres en el sector.
Después de la contracción económica provocada por la pandemia de COVID-19, uno de los sectores que más se han visto afectado en México ha sido el de la construcción, con una contracción del 32 por ciento anual, según datos de la Encuesta Nacional de Empresas de la Construcción (Inegi), lo que ocasionó una tasa de desocupación desagregada de 10 por ciento.
Esto significa que, durante el período de recuperación, los retos de la era pos-COVID implicarán la aparición de nuevas oportunidades laborales, donde los perfiles con habilidades tecnológicas superiores serán los más susceptibles de capitalizar, ante la búsqueda de las empresas por eficientar sus procesos y mantenerse competitivas. Esta podría ser una de las mayores oportunidades en la historia reciente para la incorporación de mujeres a la industria.
No obstante, esta transición depende de un cambio cultural de dos vías. Por un lado, las empresas del sector deben poner especial atención en promover ambientes laborales incluyentes y cómodos para las mujeres, haciendo énfasis en evitar cualquier tipo de estereotipos negativos entre sus empleados. Si bien es difícil generalizar, es probable que en un medio preponderantemente masculino existan áreas de oportunidad importantes en este sentido.
Por otra parte, este cambio se acelerará en la medida en que las propias mujeres manifiesten un mayor interés por el estudio de carreras como ingeniería o carreras STEM (Ciencia-Tecnología-Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés): según datos del Inegi, a la fecha apenas dos de cada diez estudiantes matriculados en ingenierías en México son mujeres. Una encuesta realizada recientemente por el Centro de Investigación de la Mujer en Alta Dirección del IPADE, en la Ciudad de México y el Estado de México, reportó que las familias juegan un rol clave para alentar o desalentar a las alumnas de último grado de preparatoria para elegir una carrera en el área de STEM. De la muestra, apenas 6 por ciento de mujeres en preparatoria expresó interés por una de estas carreras.
El estudio Accenture Getting to Equal 2019, reportó que la diversidad dentro de los equipos de trabajo es un factor clave para detonar la innovación. El reporte afirma que los equipos en los que se registra un alto nivel de diversidad y equidad llegan a ser hasta ocho veces más innovadores que los de empresas más inequitativas o poco diversas, y calcula que el PIB global podría aumentar hasta en ocho mil millones de dólares en una década, si la mentalidad innovadora incrementara en un 10 por ciento. En un sentido similar, el reporte COVID-19 and gender equality de McKinsey calcula que el crecimiento del PIB global podría perder mil millones de dólares durante la próxima década, si el desempleo entre las mujeres sigue siendo mayor al de los hombres en el contexto de la pospandemia.
En el corto plazo, el momento de cambios estructurales profundos que nos ha dejado la pandemia convierte a la capacitación tecnológica en la puerta de entrada idónea para las mujeres en puestos directivos y logísticos de la industria. Por ejemplo, empresas constructoras que han incorporado plataformas para la gestión de proyectos han reportado ahorros importantes; tal es el caso de Procore que ha logrado incrementar la productividad de sus equipos en un 32 por ciento respecto del volumen de construcción. Este tipo de resultados seguirá llevando a las empresas a apostar fuertemente por la tecnología para competir en el próximo periodo de recuperación.
Afortunadamente, empresas como Procore ofrecen recursos de capacitación en línea como webinars y cursos temáticos centrados en el manejo de softwares específicos que pueden fungir como una puerta de entrada accesible a puestos clave dentro de la industria, y que pueden complementar una formación profesional en STEM, pero también a perfiles formados en otro tipo de carreras. Este tipo de programas educativos podrían convertirse en uno de los elementos clave para el avance de las mujeres en la industria de la construcción en la presente década.
Empresas, profesionales y consumidores tienen todo por ganar con una industria que aproveche lo mejor del talento de las mujeres en colaboración y competencia justa con sus contrapartes masculinos. Por ello, en honor al Día Internacional de la Mujer que celebramos este 8 de marzo, sigamos promoviendo la inclusión y la capacitación tecnológica que impulsarán a las próximas líderes dentro de la industria de la construcción.