Enrique Cardenas

¿Y el tipo de cambio?

El precio del dólar con respecto al peso, como cualquier otra mercancía (sí, ya lo sé, estoy simplificando…) depende de la oferta y la demanda de dólares en el mercado.

Hace unas semanas que escribía sobre aquello de “presidente que devalúa se devalúa”, veía como el presidente López Obrador valora enormemente la estabilidad del tipo de cambio. Apenas esta semana volvió a vanagloriarse de que todos los presidentes anteriores habían depreciado la moneda, desde Echeverría para acá. Y es verdad, en todos estos años el peso se ha depreciado gradualmente, sin tregua alguna.

¿De qué depende el nivel del tipo de cambio? ¿Tiene algo qué ver la política económica y en particular el déficit público? La respuesta es mucho más compleja, pero me parece que aquí menciono los elementos esenciales: El precio del dólar con respecto al peso, como cualquier otra mercancía (sí, ya lo sé, estoy simplificando…) depende de la oferta y la demanda de dólares en el mercado. Si hubiera muchos dólares porque el turismo extranjero, las remesas o las inversiones del exterior aumentaran (y también las entradas de dólares por el narcotráfico), entonces el Banco de México tendría una mayor oferta de dólares y su precio disminuiría. Si por el contrario existiera una mayor demanda de dólares porque la gente decidiera tomar vacaciones en el extranjero (porque perciba que hay un dólar “barato”), o los inversionistas prefieran mover su dinero a otro país porque detectaran mayor seguridad y rentabilidad afuera, o por miedo a una devaluación, entonces el precio del dólar en México aumentaría.

También la política económica influye en la oferta y demanda de dólares: Si el gobierno produce un déficit fiscal alto genera inflación y los inversionistas pueden temer que el gobierno se endeude más. Por precaución, la gente posiblemente saca su dinero del país. Para evitarlo, el Banco de México sube sus tasas de interés.

En los últimos años el peso ha estado fuerte y dos razones parecen ser las principales: 1. El aumento imparable de dólares por las remesas (ya no solo a mexicanos sino también a migrantes extranjeros en México que buscan llegar a Estados Unidos), que han aumentado en los últimos años y que alcanzarán alrededor de 58 mil millones de dólares en este año. 2. Los aumentos de la tasa de interés por el Banco de México (siguiendo a la Reserva Federal estadunidense), que ya está en 9.25%, para paliar la inflación. Los déficits del gobierno han sido relativamente pequeños, pero genera cada vez mayor preocupación el hoyo negro que significan las finanzas de Pemex y CFE (sus pérdidas en el tercer trimestre llegaron a 107 mil millones de pesos).

¿Y el crecimiento económico? ¿Hay una relación con el tipo de cambio? Sí, sí la hay, pero también es complicada. Para resumirla parcialmente, se puede decir que cuando hay volatilidad internacional (como pandemia y guerras), es mejor dejar que se mueva el tipo de cambio y privilegiar el crecimiento del PIB.

Y ahí, ¿cómo nos fue con los últimos presidentes? Ernesto Zedillo tomó posesión en diciembre de 1994 con un tipo de cambio de 3.43 pesos por dólar, claramente sobrevaluado y asediado por la falta de reservas. A partir de la crisis que estalló entonces y hasta el fin de su mandato, el peso se depreció hasta llegar a 9.41 pesos por dólar. No obstante, y quizás lo más importante, registró el más alto crecimiento promedio del PIB per cápita sexenal de entonces a la fecha: 8.2% (incluyendo el impacto de la crisis de 1994-1995). Ya con un tipo de cambio flexible, con muy altos precios del petróleo, Vicente Fox terminó con el dólar a 11 pesos, una depreciación relativamente leve, y el PIB por habitante aumentó en su sexenio 4.7%. Felipe Calderón terminó su gobierno con el dólar a 12.93 pesos y logró un crecimiento del PIB per cápita de 1.5% (le tocó la gran recesión de 2008-2009). Enrique Peña Nieto terminó su mandato con una devaluación fuerte pues el dólar llegó a 20.23 pesos. Con las reformas del Pacto por México y el aumento de la recaudación fiscal vía el impuesto a las gasolinas, logró que el PIB per cápita creciera 7.2% en su sexenio. A la fecha, durante los primeros cuatro años de su gobierno, el presidente López Obrador muestra un peso ligeramente apreciado respecto de cómo lo tomó, pues se encuentra a casi 20 pesos por dólar. Como a otros presidentes le tocó también una crisis, pero decidió casi no intervenir para paliar su impacto sobre los ingresos y el empleo de la gente. De materializarse las expectativas de los especialistas del sector privado, el PIB per cápita caerá 4.9% en el actual sexenio. Sí, –4.9%.

López Obrador busca evitar la depreciación del peso, aunque caiga el PIB. Por eso celebra las remesas (y quizás los flujos de dólares del crimen organizado) y saluda las decisiones del Banco de México de elevar la tasa de interés para evitar que salgan capitales del país. En 2023 aumentará aún más el endeudamiento y calculo que el peso está 6% sobrevaluado y aumentando, conforme la inflación en México es superior a la de Estados Unidos. Por eso se advierte que el dólar está barato y la gente actúa en consecuencia. Vamos a ver hasta dónde llega el costo de mantener el peso estable.

COLUMNAS ANTERIORES

Éramos ciudadanos, ahora somos pueblo
La inconstitucionalidad no es un problema (II)

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.