Hace ya algunos años que supe del proyecto de Raúl Hernández Garciadiego y de su esposa Gisela Herrerías, en Tehuacán. Fueron los ganadores de la Iniciativa México en 2011, aquel concurso de proyectos sociales que patrocinaron un grupo de compañías de medios de comunicación como Televisa, TV Azteca y varias más. Además ha ganado premios internacionales en muy diversas categorías, como el reconocimiento de la FAO a la mejor iniciativa innovadora y escalable de América Latina. Llevan 37 años de trabajo en la zona de Tehuacán, que está junto a la Reserva de la Biósfera Tehuacán-Cuicatlán y la región que se extiende hacia los límites del estado con Morelos y Oaxaca. Es una zona con poca agua y que tuvo problemas de emigración durante años.
Su proyecto se llama 'Agua para Siempre' y se basa en no dejar que el agua que se precipita por lluvia y corre por laderas y valles, simplemente se pierda o se contamine en ríos ya contaminados. Se dirige el agua por sus cauces, se deja penetrar en la tierra y mediante terrazas se va acumulando el sedimento del suelo para su uso agrícola. La acumulación del líquido gracias a la construcción de pequeñas y no tan pequeñas obras de retención del agua, permite volver cultivables tierras que antes eran cuasi desérticas. Además, han desarrollado mecanismos para retener agua y convertirla en potable, como un tanque de 10 mil litros que capta el agua de lluvia y la almacena en un ambiente totalmente oscuro pera minimizar la posibilidad de generar algún tipo de bacteria o elemento patógeno en el agua. No sólo eso, han desarrollado biodigestores que permiten instalar un baño sin necesidad de drenaje ni de una instalación costosa y que no contamina el suelo.
A lo largo de casi 40 años, Raúl y Gisela han aprendido y perfeccionado su tecnología que además involucra a la comunidad en donde se hacen las obras, quienes prestan sus servicios de mano de obra lo que les permite apropiarse de sus resultados. La vida de los campesinos y habitantes de pequeñas comunidades en una de las zonas más pobres y precarias del estado de Puebla y del país, ha cambiado para siempre con esta tecnología que, además, se origina en nuestro pasado, en la forma como cultivaban los mexicanos antiguos de esa misma región. Por ello, lo que era la Reserva de la Biósfera del Valle de Tehuacán-Cuicatlán fue reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad, a mediados de 2018, pues en él cohabitan un bosque de cactus gigantescos y el águila real y más 140 variedades de aves, en una superficie de poco más de 145 mil hectáreas con vestigios de los orígenes de la agricultura.
El proyecto Agua para Siempre es escalable para todo el estado. Con él se puede lograr un resultado maravilloso: dotar de agua y baños al 100 por ciento de las casas y de las escuelas que existen, sin importar en dónde se ubiquen. No importa qué tan retiradas de redes de agua y drenaje se encuentren esas casas. Por ello, ahora que estoy buscando la gubernatura al estado de Puebla, he prometido algo que es perfectamente realizable, que es justamente que todas las casas y las escuelas tengan agua y baños. Son miles las escuelas que no la tienen, y cientos de miles de casas que no gozan de esos servicios. La vida de los habitantes de esas zonas, y especialmente de las mujeres que frecuentemente tienen que acarrear el agua de largas distancias, cambiará para siempre. Se logrará abatir una de las carencias más sentidas de las personas que se encuentran en pobreza extrema en el estado. Agua para siempre. Agua para todos.
La pregunta que me queda es una: ¿por qué si esa tecnología y esos saberes se tienen desde hace decenas de años ningún gobierno lo ha adoptado para que todas esas familias tengan agua? Es una pregunta relevante, porque lo que simplemente muestra, una vez más, es que frecuentemente el bienestar de las personas no está en la mente de los políticos tradicionales, que están pensando en su propio beneficio.