Enrique Cardenas

Empobrecimiento en tiempos de Covid

Una consecuencia de la pandemia, debido al pésimo manejo sanitario, económico y social por parte del gobierno, es el grave empobrecimiento de la población.

La tragedia de la pandemia por el Covid en México es múltiple. El número oficial de fallecimientos es ya de más de 74 mil, y de más de 210 mil los decesos directa e indirectamente relacionados con la pandemia. Somos el cuarto país del mundo con más muertos. El impacto económico se ha reflejado en el colapso del PIB en el segundo trimestre (-18 por ciento), el pronóstico de caída de la producción para 2020 de alrededor de 10 por ciento, y la lenta recuperación que tendremos en los próximos años. El impacto social también es profundo y múltiple. La desocupación se colapsó en abril y mayo, y se ha recuperado ligeramente en los meses de junio y julio. Sin embargo, el número de personas disponibles para trabajar pero que no buscan trabajo porque no creen que lo conseguirían se acerca a 5.4 millones. Peor aún, los ingresos de dos terceras partes de los hogares se han reducido desde que inició la pandemia, y en promedio se han caído casi a la mitad (Encovid-19). El porcentaje de personas que se sienten seguras de llevar alimentos a su casa, que tienen seguridad alimentaria, se ha reducido de 38.9 por ciento en abril de este año a 27.2 por ciento en julio. Es decir, siete de cada diez hogares en México tienen dificultades, esperadas o reales, de no poder acceder a los alimentos necesarios indispensables. No es raro entonces que una tercera parte de los adultos mayores de 18 años están mostrando altos niveles de ansiedad. Y los datos de la tragedia continúan en términos de homicidios dolosos contra las mujeres y violencia intrafamiliar, dificultades en el seguimiento de los cursos a distancia y la imposibilidad de evaluar el aprendizaje de los niños y jóvenes, y un largo etcétera. Es una verdadera tragedia la que estamos viviendo y que tendrá repercusiones por muchos años.

Una consecuencia de la pandemia (tanto debido al virus como al pésimo manejo sanitario, económico y social por parte del gobierno federal) y que ya estamos observando es el grave empobrecimiento de la población. De acuerdo con los cálculos del Centro de Estudios Educativos y Sociales que dirige Miguel Székely, la pobreza en México ha afectado a todos los mexicanos. El porcentaje de la población que se encuentra en condición de pobreza laboral, que se define como el ingreso necesario para comprar una canasta básica (y se asemeja a la pobreza extrema siguiendo a Coneval), pasó de 34.9 por ciento en febrero a 48.1 por ciento en junio. Por su parte, la población en pobreza monetaria definida por el Coneval disminuyó ligeramente de 21.4 por ciento a 18.8 por ciento en ese periodo, de modo que la población en pobreza total aumentó de 56.3 por ciento en febrero a 66.9 por ciento en junio. Es decir, más de 12 millones de personas ingresaron al estrato de personas en pobreza.

Una gran proporción de los nuevos pobres provino de la clase media que estaba apenas por encima de la línea de pobreza. Esta clase media baja, denominada clase media vulnerable, que tiene ingresos para adquirir hasta 2.5 canastas básicas, se redujo de 34.2 por ciento a 26.1 por ciento. Es decir, casi 9 millones de personas de la clase media vulnerable pasaron a ser pobres.

Pero el impacto llegó también a las clases medias consolidadas e incluso a la clase de mayores ingresos. Personas que ganan lo suficiente para adquirir de 2.5 a 12.5 canastas básicas son considerados de clase media, y los ricos son los que ganan más que eso. Ese segmento de la población se redujo también. En febrero, 9.4 por ciento de la población estaba en la condición de clase media y rica. A junio, ese porcentaje se redujo a 7.1 por ciento. Casi tres millones de personas con ingresos altos pasaron a estratos de ingresos de clase media vulnerable o de plano a la pobreza.

Los pobres se han multiplicado, la clase media se ha hecho más delgada, y cientos de miles de personas que tenían altos ingresos los han perdido.

Las perspectivas de crecimiento del PIB, y del PIB per cápita, son desalentadoras. Tomará una década recuperar el nivel de ingreso que se tenía en 2018. Peor aún, la recuperación no será pareja. La pandemia es altamente regresiva, está aumentando aún más las brechas entre ricos y pobres en el corto plazo, y sobre todo para los próximos años.

La tragedia de la pandemia está ante nosotros y el gobierno federal no parece inquietarse. Su impacto era parcialmente inevitable por la letalidad y alto grado de contagio del virus. Pero muchos muertos, y muchos pobres, pudieron haberse evitado si el gobierno hubiera tomado las medidas sanitarias y económicas adecuadas. No lo hicieron en su momento ni lo han rectificado hasta ahora, a pesar de tener enfrente alternativas viables y que contarían con el consenso social y político.

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