Enrique Cardenas

La partición del país

Los estados de la Alianza Federalista están entre los más fuertes del país y los que mejor desempeño han tenido en lo económico y lo social.

Universidad Iberoamericana de Puebla/Puebla contra la Corrupción e Impunidad

La decisión de los 10 gobernadores de la Alianza Federalista de abandonar la Conago es un paso de índole política que va en la misma dirección de lo que está ocurriendo en otras esferas de la vida pública: la polarización regional está ocurriendo desde hace décadas en lo económico y lo social y ahora se extiende a lo político. La brecha es cada vez más profunda.

Desde hace tiempo he comentado en este mismo espacio el peligro de una división del país: el México del norte y el México del sur. Los estados del centro-norte tienen una larga frontera e interacción con el mercado más grande del mundo, han aprovechado con creces las posibilidades que abrió el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, hay una mayor densidad de comunicaciones y por tanto su desarrollo es mucho mayor que el de los estados del sur. Hay algunas excepciones, pero se puede dibujar el mapa económico de dos México con cierta facilidad.

Las diferencias son sociales también. La pobreza extrema se concentra en el sur del país, los sistemas de salud y educación son mejores en la Ciudad de México y en los estados al norte de la capital. Como mostró el Centro de Estudios Espinosa Yglesias, si has de nacer pobre, es mejor que la cigüeña te deposite en el norte que en el sur. Las posibilidades de salir de la pobreza y de la marginación son tres veces menores en el sur que en el norte. La esperanza de vida, así como el nivel educativo promedio, también son más elevados en el norte que en el sur. Las brechas son enormes.

Ya desde hace tiempo, en el sexenio de Vicente Fox, se planteó el Proyecto Puebla-Panamá, que buscaba responder a esta tendencia de profundización de las diferencias socioeconómicas entre el sur y el resto del país. El plan pretendía desarrollar toda la región sur de México y Centroamérica para mejorar los niveles de vida de la población y evitar los flujos migratorios internacionales. Los resultados fueron, y siguen siendo, magros. El plan fracasó.

Enrique Peña Nieto estableció las Zonas Económicas Especiales en los estados más pobres del sur, con el propósito de desarrollar esas regiones y acortar las brechas. El programa, con fondos exiguos y limitada voluntad política, tampoco llegó lejos. Hoy, el gobierno de López Obrador ha acentuado las prioridades hacia el sur en respuesta a estas disparidades. Todos los proyectos estratégicos, fuera del Aeropuerto de Santa Lucía, se encuentran en el sur del país. Si bien dichos proyectos no prometen un alto impacto económico para la región, lo cual es lamentable, prácticamente toda la inversión pública federal se ha dirigido a ellos. El resto, casi en su totalidad, ha sido inversión y gasto público destinado a Pemex y la CFE.

El problema es que esos son prácticamente los únicos proyectos de inversión pública federal en todo el país. Y ello ha generado una fuerte reacción en el norte, al propiciar la constitución de la Alianza Federalista compuesta por los estados de Aguascalientes, Chihuahua, Coahuila, Colima, Durango, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nuevo León y Tamaulipas.

Los estados de la Alianza están entre los más fuertes del país y los que mejor desempeño han tenido en lo económico y lo social. Sólo dos datos: tienen 35.9 por ciento de la red de carreteras y su crecimiento económico promedio de 2008 a 2018 ha sido 36 por ciento más elevado que el crecimiento del resto del país. Teniendo el 31.2 por ciento de la población, sólo tienen el 12 por ciento de la población en pobreza extrema (en 2008 era más de 18 por ciento) y, como se dijo, está documentado que la movilidad social es mucho más elevada en el centro-norte que en el sur.

La pandemia va a recrudecer esta brecha. Uno de los pocos sectores económicos que podrán recuperarse más rápidamente de la actual crisis será el sector exportador, el cual se encuentra primordialmente en el centro-norte del país.

De acuerdo con las declaraciones de varios gobernadores de la Alianza Federalista, este grupo insistirá en la redefinición del pacto fiscal (el gasto federalizado disminuye 115 mil millones de pesos en el Presupuesto para el 2021), e iniciará una serie de acciones uniendo fuerzas. La primera anunciada ha sido la creación de una agencia de la Alianza para promover las inversiones extranjeras en sus propios estados, lo que se dejó de hacer a nivel federal. Habrá que ver qué decisiones adicionales toman en el futuro los estados de la Alianza Federalista. Lo que queda claro es que sus últimos pasos han cruzado la frontera de lo económico y social para adentrarse en lo político. Pero esta incursión apenas empieza... falta cuestionar el carácter autoritario y unipersonal del gobierno que pretende convertirse en el Estado. Avanza, lamentablemente, el peligro para una partición del país.

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