Enrique Cardenas

Reforma pensionaria, se puede mejorar mucho

La propuesta, avalada por la cúpula empresarial, encarece la formalidad del mercado laboral, que ya de por sí guarda una enorme diferencia con el mercado informal.

Universidad Iberoamericana de Puebla/Puebla contra la Corrupción e Impunidad .

Es una gran noticia que se esté impulsando una reforma pensionaria que se encamine a solucionar un problema estructural de enormes proporciones. No hacerlo significa condenar a una buena parte de la población a tener una vejez con precariedad, y obstruyendo aún más la movilidad social. Una familia que no sólo debe mantener a los hijos, sino también a los padres que no cuentan con una pensión digna, limita las posibilidades de éxito de sus hijos. El costo humano y social es también enorme.

Este mismo problema lo veníamos arrastrando cuando el presidente Ernesto Zedillo impulsó la creación del Sistema de Ahorro para el Retiro en los años noventa, a sabiendas de que era apenas el primer paso para romper una inercia que, de no haberse realizado, hoy estaríamos en bancarrota. Pero era apenas el primer paso. Más temprano que tarde habría que encontrar los recursos para aumentar las aportaciones y así contar con una pensión digna para la gente. Es decir, elevar la tasa de reemplazo (el porcentaje de tu último ingreso con el que te pensionas).

El proyecto de reforma pensionaria que anunció el gobierno federal ayer en la mañana va en la dirección correcta para resolver el problema, pero podría hacerlo mucho mejor. La propuesta de reforma aumenta la tasa de reemplazo en 40 por ciento en promedio, y reduce los años que debes trabajar para poder aspirar a una pensión garantizada (de 25 a 15 años de cotizar en las Afore). ¿Quién paga por esta reforma? Esencialmente los patrones, pues su aportación aumentará de 5.15 por ciento del salario a 13.875 por ciento (en forma gradual durante los próximos ocho años). El trabajador no aporta más dinero y parece que el gobierno tampoco. No se especifica con claridad en el comunicado de la Secretaría de Hacienda.

La propuesta de reforma mantiene la edad de retiro mínima de 60 años, que podrá ir de 0.7 a 2.2 veces el salario mínimo, según el nivel salarial y las semanas cotizadas. De acuerdo con el comunicado de Hacienda, la cantidad de personas que alcanzarán pensión garantizada aumentará de 34 a 82 por ciento de los trabajadores.

La propuesta, avalada por la cúpula empresarial, encarece la formalidad del mercado laboral, que ya de por sí guarda una enorme diferencia con el mercado informal. Con la reforma aumentan los incentivos para los patrones para disminuir su plantilla de trabajadores en el sector formal. Ello implica menor recaudación fiscal y tendrá un impacto en la productividad, como lo ha demostrado Santiago Levy.

¿Cómo evitar que aumente el costo de la formalidad y a la vez conseguir aumentar la tasa de reemplazo y el número de trabajadores que obtengan una pensión al final de su vida laboral? Además de la opción obvia de que el gobierno aporte una cantidad mayor de los impuestos generales, lo cual evidentemente este gobierno se niega a realizar, quedan al menos dos instrumentos adicionales que son factibles y deseables. El primero, como está ocurriendo en muchos lugares del mundo, es aumentar la edad de retiro puesto que la esperanza de vida ha aumentado significativamente desde que iniciaron los planes de pensiones hace ya más de medio siglo. Tiene un costo político alto, pero es sensato e indispensable.

La segunda es redireccionar las aportaciones al Infonavit para el ahorro pensionario, por dos simples razones. Esta institución ya prácticamente ha cumplido su cometido de que todo trabajador tenga acceso a una vivienda digna. Sí, faltan familias que lo tengan, pero para ello existe el sistema financiero comercial que ya otorga créditos a trabajadores de muy bajos ingresos, como el Infonavit. Y no sólo eso. Un crédito hipotecario de la banca comercial es mucho más barato para el trabajador que el de Infonavit, por la sencilla razón de que este último 'actualiza' cada final de año el adeudo de acuerdo con la inflación. Es decir, el saldo aumenta al final de cada año en el mismo porcentaje que aumentaron los precios. Eso no ocurre con la banca comercial. Por eso hay tantos trabajadores endeudados con el Infonavit que no logran pagar su adeudo.

Si las aportaciones de los patrones al Infornavit se redireccionaran al ahorro para el retiro de los trabajadores, con la posibilidad de usarlo como garantía de un crédito hipotecario comercial, el aumento de la nueva aportación patronal por la reforma de pensiones sería de 3.725 por ciento, en lugar de 8.725 por ciento adicional. Es una gran diferencia que significaría menor desincentivo a la formalidad y un mercado de trabajo más robusto.

Finalmente, esta reforma no debe estar aislada de una reforma integral para crear un sistema universal de protección social. Estas reformas, todas, deben ser consistentes entre sí. Hasta ahora no lo son. Y cuidado con los montos. Ya las aportaciones de las empresas a la seguridad social se acercan a niveles de países desarrollados que proveen servicios educativos, de salud y pensionarios de muy buena calidad y acceso efectivo. En México estamos muy lejos de lograrlo.

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