De acuerdo con un estudio del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) presentado la semana pasada, pero que no tuvo demasiada repercusión, es probable que el 33.5 por ciento de la población ya haya padecido COVID-19.
Las cifras obtenidas por el Laboratorio de Vigilancia Epidemiológica de la Subdirección Médica del IMSS derivaron del análisis de 224 mil 273 muestras en 34 bancos de sangre y 34 laboratorios clínicos de todo el país. La zona con mayor incidencia correspondió al noroeste, con un 40.7 por ciento, y la de menor incidencia el occidente con un 26.6 por ciento.
En febrero del 2020, cuando comenzó este estudio, la prevalencia nacional era de 3.5 y se multiplicó casi 10 veces a lo largo del año.
La escasa aplicación de pruebas en México ha conducido a un subregistro de los contagios.
Las cifras más recientes indican que se han aplicado 6.6 millones de pruebas PCR, lo que equivale al 5.2 por ciento de la población total, el porcentaje más bajo entre los 20 países con el mayor número de contagios reconocidos.
Si se extrapolan las estimaciones del estudio del IMSS, resulta la posibilidad de que se hayan presentado ya 42.2 millones de contagios.
A la fecha, los registros oficiales indican 2.5 millones de casos confirmados. Es decir, hay un factor al menos de 17 veces entre el número de casos reconocidos y los datos que arrojó el estudio del IMSS. O, dicho de otra manera, hay por lo menos 17 casos no reconocidos de covid por cada caso confirmado.
Quizás pudiera pensarse que por ello ya estamos cerca de la llamada “inmunidad de rebaño”. Sin embargo, la propia autoridad sanitaria subrayó que dicha condición requiere la vacunación, puesto que, debido a las variantes que han surgido, hay posibilidad de reinfección entre quienes ya tuvieron la enfermedad, lo hayan sabido o no.
Sin embargo, el hecho de que haya mucho mayor presencia de anticuerpos contra el COVID-19 de lo que suman el número de vacunados y de casos confirmados, puede ser también una explicación del por qué en nuestro país no se presentó recientemente un crecimiento acelerado de los contagios como en otros lugares de América Latina o en Europa.
El subregistro en México no solo es en el número de casos, también corresponde al número de fallecidos. Las cifras totales señalan 217 mil personas que perdieron la vida por el COVID-19. Pero el exceso de mortalidad desde que comenzó la pandemia es de 360 mil personas aproximadamente al final del mes de abril por causas atribuibles al COVID-19 y de 507 mil si se consideran todas las causas.
Con esta métrica, aunque México esté en el lugar número 15 del mundo en cuanto a casos confirmados, es el tercero, solo detrás de Estados Unidos y Brasil, por el número de fallecidos.
Otra de las explicaciones del por qué no hemos tenido una nueva ola de contagios es por el hecho de que no parecen haberse difundido de manera generalizada las variantes de COVID-19 que producen más contagios.
La B.1.1.7, llamada “variante británica” es la que más se ha detectado, pero hay solo 74 casos confirmados repartidos en 15 estados del país. Claro que tampoco se hace con frecuencia la investigación de la secuencia genética del virus en los casos detectados.
No se puede descartar la posibilidad de que, en las siguientes semanas o meses, pueda crecer su contagio. Ya vimos experiencias internacionales en las que hubo alzas repentinas.
La única manera de reducir el riesgo de que nuevas variantes se generalicen es acelerando la vacunación.
Sin embargo, no parece haber indicios de que esto pueda ocurrir.
Va a comenzar ya la vacunación de los mayores de 50, pero aún hay 4.4 millones de mayores de 60 que no han recibido ni una sola dosis y hay otros 5 millones aproximadamente que están esperando la segunda dosis.
Es decir, el número de personas con las dos dosis apenas rebasa los 7 millones en todo el país, es decir, hay protección plena apenas para el 5.5 por ciento de la población total.
En Estados Unidos es el 30 por ciento; en Chile el 35 por ciento y aún en Brasil es el 6.1 por ciento. En ello se aprecia la lentitud con la que avanza el proceso de vacunación en México.
Por eso, las ofertas, como la de la secretaría de Hacienda, en el sentido de realizar la reapertura completa de la economía hacia el mes de septiembre suenan a puros buenos deseos y nada más.