Coordenadas

No se confunda, seguimos estancados

Los escenarios del futuro en mucho van a depender de lo que suceda el 6 de junio y de cuáles sean sus secuelas.

El Inegi dio a conocer ayer que su Indicador Oportuno de Actividad Económica (IOAE) creció a una tasa anual de 20.6 por ciento en el mes abril.

Esa tasa, cuando se confirme este dato, será la más elevada de que se tenga registro.

Al observarla, uno puede tener la idea de que la economía mexicana, por lo mismo, va para arriba de manera acelerada.

Ojalá fuera así, pero no.

Permítame exponerle algunos datos para entender esto.

El año pasado, el Indicador Global de Actividad Económica (IGAE) cayó en el mes de abril 19.7 por ciento a tasa anual.

Esto quiere decir, que aun con el crecimiento registrado en este año, su nivel se encuentra 3.2 por ciento por abajo del que tenía en abril de 2019.

Más allá, si observamos las variaciones mensuales para poder ver la dinámica económica de manera más cercana, resulta que, en lugar de haber un crecimiento, hay una caída de 0.8 por ciento en el dato de abril respecto al mes de marzo.

La caída es más visible aún en el sector industrial, donde el descenso fue de 2.1 por ciento, mientras que en el sector terciario, que incluye el comercio y los servicios, el retroceso es menor, de solo 0.3 por ciento, pero tampoco hubo crecimiento.

Si consideramos la estimación de los cuatro primeros meses de este año, el crecimiento registrado es de 2.5 por ciento.

Estos datos son compatibles con la mayor parte de los pronósticos que ubican el crecimiento de la economía en 5.0 por ciento al terminar este 2021.

Con ello, el nivel de la actividad productiva estará ‘solamente’ 4.9 por ciento por abajo del registro de 2019.

El desempeño de nuestra economía no se parece al de Estados Unidos.

En contraste con los datos de México, el PIB de EU cayó en 3.5 por ciento el año pasado mientras que se estima que, para este año, tenga un crecimiento de 6.5 por ciento.

Así que, en lugar de quedarse rezagado este año respecto a 2019, como nos pasará en México, el PIB estará 2.8 por ciento arriba.

Y justamente ese dinamismo permitirá que el desempeño de la economía de nuestro país no sea tan malo como hubiera sido si no tuviéramos el empuje que nos da la economía estadounidense.

Vamos a entrar a una etapa en la cual las comparaciones anuales de muchas variables, como la producción, ventas o empleos generados, van a verse multiplicadas por el efecto que produce la comparación contra los datos que produjo el confinamiento el año pasado.

Para dimensionar realmente el desempeño de la economía van a ser más confiables otros indicadores, como por ejemplo los comparativos contra el año previo a la pandemia, el 2019, o bien, directamente de un mes contra el mes previo o del trimestre contra el anterior.

De hecho, como le comentábamos, pese a los espectaculares datos anuales, resulta que, en abril, los niveles de producción quedaron debajo de los del mes de marzo.

Es decir, todavía tenemos una economía cuya recuperación está avanzando de manera titubeante, impulsada por el jalón que nos da Estados Unidos y por el efecto de la apertura que gradualmente va presentándose.

El dinamismo que exista hacia el final de este año, conforme vayan diluyéndose los efectos de la pandemia, va a depender fundamentalmente de qué suceda con la inversión.

Y, al respecto hay un caudal de dudas.

Los escenarios del futuro, en mucho van a depender de lo que suceda el 6 de junio y de cuáles sean sus secuelas. Por eso las interrogantes.

COLUMNAS ANTERIORES

El trabajo de relojería que hace Ramírez de la O
No nos hagamos ilusiones con la inversión

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.