Hay un adagio muy popular en inglés que dice “put your money where your mouth is” y que se puede traducir libremente como: pon tu dinero donde dice tu boca.
O, dicho de otra manera, una cosa es lo que muchos inversionistas dicen y otra diferente es lo que hacen. Y aquí nos referimos no solo a aquellos que invierten en diversos instrumentos financieros sino a los empresarios, a quienes invierten en plantas, maquinaria, equipo y demás.
En diferentes momentos han planteado lanzar sus inversiones este sexenio. Se han lanzado proyectos de infraestructura. ¿Qué es lo que las cifras revelan?
Esta semana, el Inegi dio a conocer sus datos respecto a la inversión privada en el segundo trimestre del presente año y nos dio una mala noticia: se estancó respecto al nivel del primer trimestre.
Aquí le hemos comentado que muy diversos indicadores económicos hablan de un freno a la economía en el tercer trimestre. El estancamiento de las exportaciones de manufacturas producido por los problemas de suministro, así como el freno del mercado interno asociado con la tercera ola de Covid fueron los factores que ya se reflejaron en un ligero retroceso de la economía en agosto.
Pero pareciera que los problemas ya venían desde atrás por el estancamiento de la inversión privada que se aprecia en el periodo marzo-junio.
Sin embargo, la problemática de la inversión de los empresarios privados no es reciente. Ya dura todo el sexenio y un poco más.
El nivel más elevado de inversión privada se presentó en el primer trimestre de 2018. Desde entonces, ha bajado.
La incertidumbre respecto al resultado de las elecciones y lo que habría de implicar condujeron a que las cifras posteriores fueran hacia abajo.
Con todo, en 2018 hubo un crecimiento de 1.2 por ciento respecto al nivel de 2017.
La historia cambió en el primer año de esta administración. Aunque hubo noticias positivas como la renegociación del tratado comercial con Estados Unidos y Canadá, o bien la permanencia de una política fiscal sensata, las señales como la cancelación del aeropuerto de Texcoco provocaron una retracción de la inversión privada, que cayó en 3.2 por ciento en 2019.
Es decir, así estaban las cosas cuando comenzó la pandemia. Obviamente el impacto de la crisis económica producida por la Covid y el confinamiento, condujo a que en 2020 se produjera un desplome de la inversión privada de 19.8 por ciento.
Pero, si se compara contra 2018, el retroceso fue de 22.3 por ciento.
Desde el tercer trimestre del año pasado cambió la tendencia y la inversión volvió a crecer trimestre a trimestre.
Por eso es para preocuparse lo informado por el Inegi, que nos habla de un estancamiento en el segundo trimestre.
Quienes piensen que la inversión pública puede reemplazar a la inversión privada se van a decepcionar. Al ser la inversión pública aproximadamente el 15 por ciento de la inversión privada debería crecer de manera muy acelerada para compensar la caída de la primera.
El problema es que, aunque va creciendo respecto al nivel de 2020, la inversión del sector público realizada en el primer semestre de este año fue 23 por ciento inferior a la efectuada en el mismo periodo de 2018.
La apuesta del gobierno es que la demanda externa e interna propicien mayor inversión privada tan solo para poder responder a ella.
Puede ser. Sin embargo, la utilización de la capacidad instalada de la industria manufacturera está ahora en un 77.8 por ciento, de acuerdo con los datos del Inegi, cuando llegó a estar en un 82.5 por ciento en agosto de 2018.
Es decir, no hay claridad respecto a que la inversión pueda crecer en el corto plazo, pues simplemente se puede usar con más intensidad la capacidad ya instalada.
Veremos.
Consulta más columnas en nuestra versión impresa, la cual puedes desplegar dando clic aquí