Coordenadas

Los secretos de la revocación

De llevarse a cabo la revocación de mandato, ésta tendrá influencia en las elecciones de 2022.

Respecto al tema de la revocación de mandato, hay una gran duda: si el proceso fuera tan relevante para Morena y para el presidente de la República, ¿por qué no haberle garantizado al INE los recursos para asegurar su realización?

La lógica indica que si alguna acción es muy relevante para el Poder Ejecutivo y para el partido que tiene el control del Poder Legislativo, es de esperarse que se le asignen recursos. Eso pasa con las megaobras como el Tren Maya o la refinería de Dos Bocas o el programa para adultos mayores, sólo para poner algunos ejemplos.

Se sabía de antemano que, en caso de no asignarle recursos a la consulta para la revocación, habría problemas para su realización.

¿Por qué entonces se le negaron al Instituto Nacional Electoral?

Sólo ellos lo saben con certeza, pero quizá con algunos comentarios realizados por el presidente López Obrador esta semana se pueda perfilar el sentido de esta decisión.

El presidente señaló el lunes pasado que no importaba si en lugar de instalarse el número total de casillas que se requieren sólo se instalan 10 mil o 30 mil o 50 mil, que eso no es importante. Ayer mismo señaló que si el INE no la organiza, podría organizarla “el pueblo”.

Es decir, para el presidente, el cumplimiento de la ley es secundario.

El artículo 41 de la Ley Federal de Revocación de Mandato dice lo siguiente:

“El Instituto deberá habilitar la misma cantidad de las casillas que fueron determinadas para la jornada del proceso electoral anterior, teniendo en cuenta la actualización que corresponda al listado nominal.”

Si el INE no instala alrededor de 163 mil casillas, estaría violando la ley.

Ya se ha comentado en muchas ocasiones que ante la certeza plena de que el presidente va a obtener un resultado favorable y de que el porcentaje de participación ni lejanamente se va a aproximar al requerido para que la decisión de las urnas sea vinculante, entonces resulta claro que el propósito es poder efectuar una campaña de reposicionamiento político del presidente López Obrador.

A AMLO se le pueden criticar muchas cosas, pero no que sus decisiones en materia política carezcan de sentido. Vaya si lo tienen.

La prueba es el nivel de respaldo que mantiene a pesar de los malos resultados de las políticas públicas.

Se trata en esta estrategia de ‘una carambola tres bandas’.

La primera es la señalada, el fortalecimiento del presidente. Prueba de ello es que la campaña en la calle no está hablando de revocación, sino de ratificación.

El segundo impacto es desacreditar a las autoridades electorales, en el caso del INE, especialmente al consejero presidente Lorenzo Córdova, así como el consejero Ciro Murayama. Esto ha venido sucediendo de manera sistemática y se ha acentuado en los últimos días a partir de que el Consejo del Instituto decidió suspender una serie de actividades vinculadas a la revocación.

La carambola se completa con el impacto del proceso en las elecciones locales de junio.

Si la consulta por la revocación de mandato se realiza de acuerdo al calendario previsto, sería a poco más de un mes y medio para que se efectúen las elecciones para gobernador en seis estados de la República.

En varios de ellos Morena tiene claramente la ventaja.

Con un proceso para fortalecer al presidente que todavía tendrá efectos cuando se efectúen los comicios, lo más probable es que se amplíe esa ventaja y quizá se logre obtenerla en donde no la tiene.

Pero el mayor riesgo en todo esto es que el resultado sea un cuestionamiento sistemático al INE con el propósito de lanzar una reforma constitucional que lo desaparezca en el curso de los próximos meses.

¿Será ese el gran secreto de este proceso de revocación?

Paréntesis: Esta columna volverá a publicarse el próximo lunes 3 de enero. Pase una fiestas felices y sin riesgos.

COLUMNAS ANTERIORES

El tercer trimestre trajo cifras positivas
¿Les caímos mal a los canadienses?

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.