El día de mañana, la Reserva Federal de Estados Unidos seguramente tomará la decisión de incrementar en un cuarto de punto sus tasas de interés.
Incluso, hay quienes piensan que el alza podría ser hasta de medio punto debido a que la inflación en EU, a tasa anual, rebasó 8 por ciento.
Quizás en los últimos días ya hay dudas respecto a que el alza vaya a ser tan agresiva debido al reciente dato que indicó que el PIB del primer trimestre sopresivamente retrocedió.
Este dilema es el ejemplo del tipo de disyuntivas que tendremos a nivel global en el curso de 2022.
Los bancos centrales estarán presionados por elevar el costo del dinero para tratar de detener un proceso inflacionario, que en el caso de Estados Unidos llegó al nivel máximo en más de cuatro décadas.
Sin embargo, nuestro vecino del norte, ante el doble mandato que tiene la Reserva Federal (evitar la inflación y preservar el empleo), también tendrá cautela en no acentuar una mayor baja de la actividad productiva.
¿Cuál es la dosis correcta de la ‘medicina’ que implica encarecer el dinero? ¿Por cuánto tiempo se debe aplicar?
Una prescripción correcta significará la contención de la inflación. Pero si hay exceso o se aplica por demasiado tiempo, traería la consecuencia indeseada de propiciar una recesión.
El problema es que no hay certeza respecto a cuál es la dosis correcta. De hecho, los bancos centrales tendrán que ir tomando sus determinaciones paso a paso, y tendrán que observar en todo momento lo que ocurre a nivel global.
En el caso de México, adicionalmente, el Banco de México en particular tendrá que mirar con detenimiento las decisiones de la Reserva Federal de Estados Unidos pues, en caso de rezagarse en las alzas de tasas, se podría propiciar una mayor depreciación de nuestra moneda que en lugar de contener la inflación, la alimentara.
Autoridades y bancos centrales enfrentan hoy los dilemas más complejos que se hayan tenido en las últimas décadas y decisiones equivocadas podrían significar mayores daños para la aún vulnerable economía.
Otro riesgo que existe en este proceso de normalización de la política monetaria es que, de darse decisiones abruptas o inesperadas, se pueden producir fluctuaciones mayores en los mercados financieros que propicien, por ejemplo, una mayor depreciación de monedas como la nuestra.
En el pasado, los ajustes rápidos o prolongados de las tasas de interés casi siempre han producido vaivenes de los mercados emergentes y también recesiones en el mundo desarrollado.
Hoy, las cosas son más riesgosas aún ante el entorno internacional que se ha producido tras la invasión rusa a Ucrania.
El hecho de que las circunstancias perfilen una guerra prolongada, y por lo tanto tengamos todavía por algún tiempo posibles presiones inflacionarias ante el incremento de los precios de las materias primas y el riesgo de problemas en los mercados energéticos, sobre todo en Europa, conducen a que las decisiones que tomen los bancos centrales y los gobiernos puedan tener un impacto negativo todavía mayor.
En este mundo complejo que algunos caracterizan como de ‘desglobalización’ y nuevamente de búsqueda de una mayor integración regional, México sigue siendo uno de los países privilegiados al formar parte del mercado norteamericano.
Sin embargo, para lograr que inversiones tanto de Estados Unidos como de otras partes del globo se asienten en nuestro país para aprovechar esas circunstancias, se requieren condiciones que no existen en México, como la seguridad jurídica.
Tienen razón algunos que dicen que, al margen de la promoción que se haga, llegarán inversiones a nuestro país.
Un alto directivo de una empresa norteamericana me decía que a México le va a ir bien, “aunque no lo quisieran”.
Pero, decisiones incorrectas pueden conducir a maximizar los riesgos que existen y a limitar las oportunidades.
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