Uno de los procesos a los que el gobierno apuesta para elevar el crecimiento de la economía mexicana en este y los próximos años es el llamado nearshoring.
Se trata de la relocalización de operaciones que diversas empresas que invirtieron en el pasado, sobre todo en China, están considerando realizar.
Esto es el resultado de las disrupciones en las cadenas de suministro que se han presentado en los últimos años como producto de las fricciones comerciales y tecnológicas entre Estados Unidos y China, luego de la pandemia y más recientemente de la invasión rusa a Ucrania.
UBS desarrolló un trabajo que tituló: ‘Mexico: is it benfitting from nearshoring’.
En él evalúa algunos de los resultados que pueden observarse.
En principio detecta la realidad de la relocalización a través de un sondeo entre ejecutivos. Mientras en enero de 2019 alrededor de 45 por ciento planeaba mover operaciones de China (o ya lo habian hecho), en enero de este año ese porcentaje alcanzó alrededor de 65 por ciento.
El mismo sondeo señala que como la primera opción de relocalización es Estados Unidos, en segundo lugar está Canadá, en tercero, Japón y en cuarto, México.
Hasta ahora las evidencias obtenidas por el análisis de UBS indican que no hay signos de este proceso en nuestro país, pues no hay un incremento en la participación del mercado norteamericano para bienes manufacturados.
Las cifras muestran que la pérdida de 4 puntos de China en su participación en el mercado de EU ha sido aprovechada más bien por Vietnam, en primer lugar, luego por Taiwán, India, Tailandia y Corea.
El potencial sin embargo existe.
Uno de los temas que está presente de manera cada vez más clara, como un elemento de decisión en el proceso de relocalización, es la disponibilidad de energía, y particularmente de energía limpia, pues las nuevas inversiones, que consideran plazos de varias décadas hacia adelante, requieren tener un suministro seguro y constante de energía generada de fuentes renovables.
Este factor es quizás uno de los que eventualmente pueda inhibir a las empresas a establecerse en el país.
Es cierto que de acuerdo a múltiples testimonios, más y más empresas de Estados Unidos y de otros países están evaluando la posibilidad de relocalizarse en alguna ubicación del norte de la república o en el Bajío.
Sin embargo, hasta ahora no se ha observado un flujo relevante de nuevas inversiones sino en algunos casos, un incremento de la presencia de empresas ya instaladas.
Recientemente se dieron a conocer facilidades fiscales y apoyos financieros para empresas que tomen la decisión de instalarse en el istmo de Tehuantepec, como parte de un programa para aprovechar el proyecto del tren transístmico.
Sin embargo, aunque tiene mérito ese proyecto, no se ve nada sencillo que pueda concretarse en volúmenes importantes de inversión, ya que en esa zona, además de la problemática vinculada con las energías renovables en México, existe un problema de falta de mano de obra calificada, la cual es muy importante cada vez más en las nuevas inversiones.
De hecho, las ventajas que ofrece un país como México respecto a Estados Unidos se ven diluidas cada vez más en la medida que los procesos de automatización y robotización de diferentes sectores de la manufactura hacen ya poco relevante el tema del costo laboral, pues éste representa una fracción cada vez menor del costo total en la fabricación de distintos bienes.
Por esa razón es que, probablemente en el corto plazo, el llamado reshoring le esté ganando la partida al nearshoring.
O bien, el llamado friendshoring, en donde lo más relevante es la buena relación entre las economías y los gobiernos, que los acuerdos comerciales vigentes, y donde han ganado terreno de manera clara los países del sudeste asiático y algunas naciones más.
México tiene una gran oportunidad.
Me temo que estamos dejando pasar la oportunidad, por efecto de las políticas públicas que el gobierno ha puesto en marcha desde hace varios años.
La historia habrá de pasar saldos.