No fue sorpresa que la marcha por la defensa del INE fuera tan numerosa en la Ciudad de México.
Baste recordar que las fuerzas opositoras a Morena, es decir, la coalición Va por México y Movimiento Ciudadano, obtuvieron en 2021 en conjunto el 50.5 por ciento de los votos válidos mientras que Morena y sus partidos afines consiguieron el 44.5 por ciento.
La diferencia correspondió sobre todo a partidos que no alcanzaron su registro o candidatos independientes.
Es decir, Morena perdió la capital por una diferencia de 5 puntos porcentuales.
En 2018, cuando López Obrador fue candidato presidencial, los votos en la Ciudad de México para los candidatos a diputados respaldados por Morena y sus aliados (refiero la votación por diputados para poder hacer la comparación con 2021) correspondieron al 59.3 por ciento de los votos válidos.
Es decir, la pérdida de votos de los partidarios de AMLO en la Ciudad de México correspondió aproximadamente al 15 por ciento del total.
En pocos lugares del país hubo un giro tan marcado en las intenciones de voto.
Y, de acuerdo, con las encuestas de salida que aplicó El Financiero en las votaciones del 2021, la mayor parte del cambio de voto correspondió a las clases medias.
En 2018, una parte muy importante de este segmento en la capital respaldó en las urnas a López Obrador, y en 2021 lo abandonó.
Por eso, en alguna medida no fue sorpresivo que, a la marcha para defender al INE, que realmente se convirtió en marcha para protestar contra el actual gobierno, se hayan sumado miles de personas como pocas veces se había visto en la capital.
Seguramente estuvieron quienes siempre se han opuesto a López Obrador, pero también muchos de los que se arrepintieron de haber votado por él en 2018.
¿Quiere decir esto que la marcha del 27 de noviembre que encabezará López Obrador será más pequeña que la del 13 de noviembre?
No necesariamente. Las razones son dos.
La marcha y luego la concentración en el Zócalo no será solo de capitalinos, sino que habrá una movilización de todos los estados de la República.
Los gobernadores de Morena van a buscar hacerse presentes movilizando a la mayor cantidad posible de personas.
No habrá reparo en el uso de recursos públicos.
Los partidarios de López Obrador saben la relevancia que tiene para AMLO esta marcha, la del desagravio, y saben que si no están presentes provocarán la molestia del presidente.
Así que, desde Quintana Roo hasta Baja California, los gobiernos morenistas se van a hacer presentes.
La segunda es que la maquinaria política de Morena, al margen de los gobiernos estatales, también va a desplegarse.
Los militantes del partido en el gobierno, tanto los que acudirán por voluntad propia como los que serán movilizados (acarreados es un término más claro), no van a dejar que AMLO pierda la partida.
Pero, como le comentamos antes en este espacio, la batalla crucial no será por ver quién logra movilizar al mayor número. En esa contienda, la oposición va a un terreno disparejo, pues Morena utilizará sin recato los recursos del Estado que sean necesarios.
Permítame enfatizar que la siguiente batalla relevante será el proceso de sustitución de los consejeros electorales.
Y, en la primera fase de este proceso, hay una decisión muy relevante, que es la conformación del Comité Técnico de Selección, que filtrará a los aspirantes a formar parte del Consejo General del INE antes de que sean votados por el Pleno de la Cámara de Diputados.
Ese Consejo Técnico estará integrado por 7 personas.
Tres de ellos seguramente serán totalmente promorenistas, pues van a ser designadas por la Cámara de Diputados.
Dos integrantes deberán ser propuestos por Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
Pero, como en el caso de las recomendaciones que emite la CNDH, deberían ser acordadas con el Consejo Consultivo.
Los diez integrantes del Consejo Consultivo de la CNDH deben ser el filtro para asegurarse que las personas propuestas por la esta institución son imparciales y tienen el perfil requerido.
De no ser así, se corre el riesgo de que la parcialidad que ya mostró su presidenta, Rosario Piedra, se vuelva a hacer presente en estas designaciones.
En el más reciente nombramiento de consejeros, la Comisión propuso a John Ackerman y a Sara Lovera.
En el pasado, se pretendía negociar con las otras fuerzas políticas para llegar a acuerdos que reflejaran consensos. Pareciera que hoy, será una batalla para asegurar de un modo u otro el control del árbitro electoral.
Ojalá no estemos sembrando las semillas de una crisis política, que es lo último que necesita México en este momento.