Diversas guerras en el mundo han comenzado por errores de juicio y de cálculo de quienes las han desencadenado.
Se piensa a veces que es tan terrible lo que puede ocurrir cuando hay que decidir respecto a un conflicto, que al final el adversario dará su brazo a torcer y así se evitará la lucha.
El problema es que cuando dos bandos en pugna piensan lo mismo, existe el riesgo de que al final ninguno ceda.
El caso más emblemático fue el de la Primera Guerra Mundial, que probablemente se pudo haber evitado, por lo menos en la forma en que sucedió, si el Imperio Austro-Húngaro no hubiera impuesto un ultimátum a Serbia tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando y hubiera buscado opciones diplomáticas.
La referencia viene a cuento por la negociación de la ampliación del techo de la deuda en Estados Unidos, que está llegando a días cruciales.
De acuerdo con la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, “una suspensión de pagos (en EU) llevaría a la pérdida de miles de empleos, caída de ingresos familiares y deterioro de los créditos… la noción de dejar de pagar nuestra deuda es algo que socavaría tanto a Estados Unidos y a la economía mundial que creo que todos deberían considerarlo”.
Precisamente lo terrible de las consecuencias del hecho es lo que ha llevado a los bandos en punga: el gobierno de Biden y la fracción republicana en la Cámara de Representantes, a considerar que al final el otro cederá.
Los republicanos en la Cámara, encabezados por Kevin McCarthy, han demandado fuertes recortes presupuestales como condición para la ampliación del techo de la deuda.
A esto ha respondido el gobierno de Biden diciendo que está en disposición de negociar ajustes presupuestales, pero no como una condición a la ampliación de ese techo.
Los mercados financieros están expectantes, pero hasta ahora no han presentado un mayor nerviosismo, lo que hace suponer que esperan que se alcance un acuerdo.
La vía más simple es hacer como ocurrió a principios de año y encontrar soluciones temporales que permitan ampliar el plazo para llegar a un acuerdo hasta el mes de septiembre.
Sin embargo, hasta ahora la posición de las dos partes en la negociación, es que no se quiere simplemente ganar un poco de tiempo sino alcanzar un acuerdo.
Ya han existido episodios en los que el gobierno de Estados Unidos se queda sin dinero.
El más reciente y prolongado de ellos ocurrió a partir del 22 de diciembre de 2018 y duró hasta el 25 de enero de 2019, afectando diversas funciones del gobierno.
La mayor parte de los cierres ha derivado de problemas en la aprobación del presupuesto.
Esta ocasión, estaría asociado con el tema de que el Departamento del Tesoro se quedaría sin dinero para sufragar gastos esenciales, al punto de que en cierto momento sería incapaz de cubrir sus obligaciones financieras.
Otra apuesta de los republicanos es que finalmente, ante la falta de recursos, simplemente se interrumpan funciones no esenciales del gobierno, pero que ello conduzca a que el gobierno de Biden ceda y acepte los recortes.
También existe la posibilidad de que Biden quiera endosar los problemas a los republicanos y estire la cuerda hasta el máximo.
La lógica dice que finalmente se debería llegar a algún acuerdo antes de que nos alcance una crisis financiera.
Pero justamente allí es donde puede darse un error de cálculo y nos podríamos enfrentar a una desagradable sorpresa tan pronto como en las siguientes semanas.
¿Un peso imparable?
La percepción de que es seguro que ya dejen de subir las tasas de interés en Estados Unidos propició importantes ganancias de las monedas de mercados emergentes frente al dólar.
En el caso del peso, ayer llegó hasta 17.42, que es el nivel más bajo para el dólar desde 2016.
Como le he comentado, mientras no haya alguna sacudida mayor en los mercados financieros globales que propicie una mayor aversión al riesgo, es probable que nuestra moneda se mantenga por debajo de 18 por dólar.
Pero, el tema es que, precisamente por lo que señalábamos más arriba, más bien hay el riesgo de que pudiéramos tener una sacudida en el curso de las siguientes semanas si los políticos norteamericanos no llegan a algún acuerdo frente al tema del techo de la deuda.
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