El secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, hizo una muy interesante reflexión esta semana acerca de las perspectivas fiscales del país.
Tuve oportunidad de preguntarle, en el marco de la Reunión Nacional de Consejeros Regionales de BBVA, respecto a la sustentabilidad fiscal de mediano plazo del presupuesto, considerando los compromisos legales existentes, así como las tendencias inerciales, como por ejemplo, el pago de las pensiones.
Permítame citarle parte de su respuesta:
“Sería muy mala idea para cualquier gobierno, como lo hemos visto en otros casos, iniciar un periodo con un aumento de impuestos, sobre todo en México cuando el anterior gobierno inició 2014 con aumento de impuestos, acuérdense. Se redujo la depreciación acelerada, se afectó el régimen de consolidación, en fin. Se recurrió a aumento de impuestos indirectos, y el anterior también lo había hecho, y el anterior también lo había hecho.
Entonces, hay que romper esa inercia para poder fijar de una vez por todas un periodo en el que la sociedad tenga plena confianza, que lo que se ofrece, primero es razonable, es viable, y segundo, se cumple”.
Es decir, lo que el secretario de Hacienda señala es que él no recomendaría comenzar la próxima administración con una reforma fiscal.
Esa afirmación tiene implícita la consideración de que el actual esquema de financiamiento del gasto es sostenible en el mediano plazo.
No creo que sea el caso.
No veo la menor posibilidad de que los compromisos de gasto, como las pensiones, sean financiables hasta 2030 con el actual esquema.
Por ejemplo, para este año, se presupuestaron para pensiones 1.3 billones de pesos, con un crecimiento real de 8.4 por ciento anual.
Proyectando un crecimiento semejante para el periodo 2024-2030, se erogarían en 2030 recursos 75 por ciento más elevados, es decir, 2.3 billones de pesos a precios constantes.
Solo por ese concepto se requiere un billón de pesos adicionales.
Veo muy poco probable que los recursos que requiere la sustentabilidad fiscal puedan obtenerse sin hacer un cambio importante en el régimen fiscal vigente.
Y, cuando un gobierno está en capacidad de hacer ese cambio es en los primeros años de su gestión.
La nueva administración que llegará en octubre de 2024, del partido que sea y con la persona que sea, seguramente va a estar presionada para usar el capital político con el que llega para hacer una revisión de los impuestos y de las tasas impositivas vigentes en México.
Ojalá fuera correcta la percepción del secretario Ramírez de la O y pudiéramos seguir en 2025 o 2026 sin modificaciones tributarias, pero en verdad es muy poco probable.
Además, en un contexto en el que cada vez se ve casi imposible que haya mayorías calificadas e incluso será complicado tener mayorías absolutas, será fundamental que haya una vocación negociadora en el Congreso.
Ya veremos.
Nueva inversión automotriz
Sin lugar a duda, uno de los sectores que más atracción ejerce en México es el del automóvil, en el que México se ha convertido en uno de los principales exportadores del mundo y el primer proveedor a Estados Unidos.
Pues viene más inversión. Resulta que en el marco de una visita que realiza Diego Sinhue Rodríguez, gobernador de Guanajuato, a Japón, se anuncia una nueva inversión de Toyota en su planta de esa entidad, por 328 millones de dólares.
Para variar, estará enfocada a un vehículo híbrido eléctrico, que es una versión de la camioneta Tacoma.
La empresa japonesa se ha convertido en líder en el país en ese tipo de vehículos con 110 mil unidades comercializadas. Con la nueva inversión en Guanajuato, se acumularán 1 mil 200 millones de dólares de inversión en la planta que inició operaciones apenas en 2019, en Apaseo el Grande.
Los datos de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz indican que en los primeros cinco meses de este año se produjeron 1 millón 560 mil vehículos ligeros en el país, 13.4 por ciento más que en el mismo periodo del año anterior.
Con ese ritmo, se explica el porqué de más inversiones.