El INEGI es la principal fuente de información económica en México.
Nos permite anticipar la dirección en la que se está moviendo la economía y con base en ello tomar decisiones en los negocios o en el consumo.
Un esfuerzo permanente que ha hecho el Instituto es ofrecer tan anticipadamente como es posible las cifras relevantes.
Una estadística precisa, pero que llegue muy tarde, puede ser ya poco útil.
Una cifra que marque tendencia, aunque no tenga toda la precisión, puede permitir que se tomen decisiones de importancia.
Uno de estos indicadores anticipados es el llamado Indicador Oportuno de Actividad Económica (IOAE), que presenta el INEGI tan pronto como le es posible.
Por ejemplo, las cifras correspondientes a mayo fueron publicadas el 19 de junio. Apenas tres semanas después de concluir el periodo que se mide.
La información oportuna puede ser muy útil siempre y cuando las cifras tengan un margen razonable de exactitud, aunque al final cambien.
Le pongo el caso de lo que ocurrió el mes de abril, el último en el que se puede comparar el registro del IOAE con el más preciso Indicador Global de Actividad Económica (IGAE).
La información anticipada arrojaba un crecimiento de 2.4 por ciento a tasa anual. Pero resulta que el dato del IGAE fue de 3.3 por ciento.
Además, anticipaba una tendencia al freno de la actividad respecto al mes previo, pues solo crecía en 0.1 puntos porcentuales desde el registro de marzo y la realidad es que el aumento fue de 0.8 por ciento.
El problema principal de la medición ocurrió en el sector terciario, es decir, del comercio y los servicios.
La previsión era que en abril hubiera un crecimiento de 2.6 por ciento, cuando en la realidad el resultado fue de 4.1 por ciento.
En la medida que se trata del grupo de actividades económicas que más pesa en la economía, el error en la previsión se reflejó en el dato global.
Pareciera haber dos temas envueltos en este ámbito.
Quizás haya dificultades con las fuentes que usa el INEGI para medir la actividad del comercio y los servicios, y no estén resultando tan precisas.
Y el otro asunto tiene que ver con la subestimación del resultado.
Los datos se proyectan con base en un modelo matemático que pareciera, en términos generales, estar subestimando la actividad económica.
No es el único caso.
Hay múltiples consultorías, instituciones financieras y demás, que se han quedado cortos respecto al desempeño de la actividad productiva en México, sobre todo en el sector del comercio y los servicios.
La economía va mejor de lo que parece y aún mejor de lo que la mayoría de los analistas percibe.
No son inusuales estos errores de percepción.
Pero han sido más frecuentes los que van en la otra dirección. Es decir, cuando las cosas parecieran ir bien y en realidad van mal.
Hoy es al revés.
Hay muchos indicadores que nos constatan el buen desempeño de la economía cuando se ven de manera individual, pero la percepción es que, a nivel de la economía nacional, las cosas parecen verse mal.
Hoy, el consenso de los expertos reflejado en la encuesta de Citibanamex, indica una previsión de crecimiento de 2.2 por ciento para este año.
Verá usted que conforme se vayan actualizando los datos veremos cómo la cifra se va a ir hacia arriba.
De hecho, ya hay ocho instituciones, de las cerca de 30 a las que se les pregunta y que tienen estimados de crecimiento de 2.5 por ciento o superiores.
No sería nada raro, en este año tan complicado para la economía global, que veamos un PIB cuyo crecimiento se acerque más al 3 que al 2 por ciento.
Ya lo verá.