Ayer por la mañana, el dólar estuvo muy cerca del nivel más bajo que ha tenido en los últimos nueve años.
Desde noviembre del 2015, no hemos visto una cotización que esté cercana a los 16.62 pesos y a las 6:40 de la mañana estuvo en 16.64.
Pero, si no tomamos en cuenta el tipo de cambio nominal, sino el tipo de cambio real (es decir, el que descuenta el diferencial de inflaciones) encontramos que el nivel que tiene actualmente solo puede compararse con las cotizaciones que existían en diciembre de 2002.
Es decir, tenemos el peso más fuerte en términos reales en más de dos décadas, de acuerdo con los cálculos del Banco de México.
Muchos pensaban que ante la inminencia de que el diferencial de las tasas de interés de México y Estados Unidos comience a cerrarse, podríamos ver un rebote de la paridad. No ha ocurrido por ahora, pero algunos piensan que esto podría producirse hacia el final de este mes.
Se da por hecho que el miércoles próximo la Reserva Federal dejará sin cambio su tasa objetivo, mientras que Banxico la bajará en un cuarto de punto el jueves.
Hay interés en ver el tono de los comunicados en ambos casos.
Pero, también había quien pensaba –me incluyo– que nuestra moneda podría empezar a resentir ya una cierta volatilidad ante la cercanía del proceso electoral.
Estamos ya a solo dos meses y medio del día de las elecciones.
En 2018, faltando también dos meses y medio, se llegó al mínimo del año, 17.97 pesos, y desde entonces y hasta un par de semanas antes de los comicios, el dólar se encareció en 16 por ciento, para llegar a los 20.87 pesos, luego la presión se redujo.
No sabemos lo que pueda ocurrir, pero hoy no se está viendo un escenario semejante al de hace seis años.
Y aun el temor de que la volatilidad pueda producirse cerca de las elecciones de Estados Unidos en el mes de noviembre parece estarse disipando… pero es muy temprano para asegurarlo. Aún pueden pasar muchas cosas.
El consenso de los analistas estima una cotización del dólar de 18.50 pesos al finalizar el año. Pero hay algunos que apuestan a un peso más fuerte, por ejemplo, JP Morgan tiene un escenario con 17.50 pesos y Vector, con 17.40 por dólar para el fin de 2024.
Y no hay que olvidar que la previsión de la Secretaría de Hacienda es de 17.60 pesos para diciembre y de 17.10 pesos para el promedio anual.
Cuando los pronósticos oficiales se conocieron en septiembre, muchos dijimos que eran optimistas en extremo. Hoy ya no lo parecen tanto.
Anticipar el comportamiento de nuestra moneda se vuelve cada vez más complicado y con muy altos niveles de incertidumbre.
Para quienes hacen grandes operaciones financieras o comerciales en dólares o en otras divisas, lo más recomendable es buscar coberturas para evitar riesgos en cualquier sentido.
Sea porque la cotización tan baja del peso afecte las exportaciones, o bien porque no se quiera correr el riesgo de una depreciación intempestiva que vaya a generar problemas de pago para quienes tengan deudas en dólares.
En el mediano plazo –sea lo que eso sea– lo óptimo es que tengamos una depreciación gradual de nuestra moneda, que refleje que las tasas de interés que pagamos en México también poco a poco se van normalizando.
No es sano para una economía mantener por mucho tiempo tasas reales tan elevadas como las que hoy tenemos en el país.
En 2002, incluso, cuando el ‘superpeso’ llegó a su máximo nivel, las tasas reales eran mucho menores que hoy, con cifras nominales de poco menos de 7 por ciento y una inflación ligeramente inferior al 6 por ciento.
Claro, había otro entorno financiero en el mundo.
Pero, ojalá pronto lleguemos a una situación de mayor normalidad, aunque ya no tengamos al ‘superpeso’.