Coordenadas

¿Quién gana y quién pierde con las tasas altas?

Seguiremos con buenas noticias para los ahorradores que tengan liquidez para invertir en bonos públicos. Y malas para aquellos que sigan con deudas elevadas.

Tal y como se esperaba, la Junta de Gobierno del Banco de México tomó la decisión de mantener sin cambio su tasa objetivo, la que se mantuvo en 11 por ciento.

Antes de anunciar su determinación, Banxico conoció las cifras de inflación del mes de abril, reveladas por el INEGI ayer por la mañana.

El resultado fue un incremento de poco más de dos décimas de punto porcentual respecto a marzo.

Este resultado tiene dos caras. La primera es un crecimiento de la llamada inflación no subyacente, que alcanzó, a tasa anual, un 5.54 por ciento, que representó la principal fuente de presiones sobre los precios.

La llamada inflación subyacente, que tiende a reflejar mejor las tendencias de la inflación en el mediano plazo, continuó a la baja.

Desde febrero de 2023, hasta abril de este año, la inflación subyacente ha mantenido una tendencia descendente, aunque a menor ritmo de lo que muchos esperaban.

Esa tendencia no fue suficiente para compensar el alza de la inflación no subyacente, sobre todo en frutas y verduras, cuyo incremento a tasa anual alcanzó el 18.6 por ciento.

Obviamente que el Banco de México no toma sus decisiones observando solo el precio del jitomate o del chile serrano.

El tema es que no parece haber claridad suficiente respecto a que la “desinflación” vaya a un ritmo tal como para permitir el ajuste a la baja de las tasas.

Incluso, creo que, si los datos de la primera quincena de mayo no son buenos, la expectativa sería que la siguiente baja se presentara hasta el mes de agosto.

No es un tema solo del Banxico sino es de diversos bancos centrales y tiene que ver también con la inflación global, que recientemente ha perdido su tendencia bajista.

Estamos en un momento complejo, pues ni se puede mantener la expectativa a la baja de las tasas, tal y como prevalecía hace algunos meses, ni tampoco se puede considerar que la inflación no ha bajado, ya que la subyacente sigue su trayectoria de disminución.

Pero, aun en el caso de que en junio viniera un ajuste de un cuarto de punto en las tasas, el nivel real que probablemente tendrían al final del año sería aún muy elevado.

Considerando que la inflación pudiera estar al cierre de 2024 en algo así como 4 por ciento (de acuerdo con la guía propuesta por Banxico), una tasa de 10.5 por ciento (considerando dos ajustes adicionales) implicaría una tasa real de 6.25 por ciento, un nivel muy elevado para nuestros parámetros históricos.

Esto quiere decir que el escenario más probable para este año es la permanencia de tasas de interés elevadas para los instrumentos de deuda de corto y mediano plazo.

No es casual que los mercados financieros hayan construido este escenario tras la decisión de Banxico.

Con ello, la apuesta a tasas relativamente elevadas en términos reales, condujo a que la buena expectativa respecto a nuestra moneda haya colocado al dólar ayer en un mínimo de 16.77 pesos, el nivel más bajo desde mediados de abril.

La perspectiva que se está configurando es que tengamos tasas reales de interés elevadas tanto durante este año como en los primeros meses del siguiente.

En términos generales, seguiremos con buenas noticias para los ahorradores que tengan liquidez para invertir en bonos públicos. Y malas para aquellos que sigan con deudas elevadas.

Al final de este ciclo monetario tendremos una profunda redistribución del ingreso global en la que saldrán perdiendo empresas y personas con saldos deudores, mientras que quienes tienen saldos acreedores se quedarán con una ganancia neta.

Habrá un profundo cambio en los ingresos cuya dimensión aún no podemos ponderar suficientemente.

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