El tipo de cambio del peso frente al dólar subió el viernes pasado a los niveles más elevados desde enero de 2023 al llegar a 19.17 por dólar.
No teníamos un dólar tan caro en los últimos 18 meses.
Algunos pudieran pensar que esta circunstancia deriva de la incertidumbre política.
Es decir, que todos los aspectos vinculados con la reforma judicial y el resto de reformas del llamado plan C, estuvieran creando una condición de incertidumbre que presionara a la paridad del peso frente al dólar.
Creo que en esta ocasión las razones son diferentes, aunque la incertidumbre política también subyace.
Pero, ahora estamos en una situación en la que la aversión al riesgo se ha reflejado en muy diversos mercados.
Por ejemplo, en los últimos dos días, el índice Dow Jones perdió casi 3 por ciento; el S&P cayó en 3.8 por ciento y el Nasdaq lo hizo en 5.5 por ciento.
Los retrocesos no se limitaron a las bolsas en Estados Unidos. También ocurrieron en casi todo el mundo.
El detonador de esta oleada de ventas de acciones y de la la búsqueda de refugios seguros fue el dato del empleo en el mes de julio en Estados Unidos, que el viernes dio a conocer el Departamento del Trabajo.
Los nuevos empleos creados en julio fueron de solo 114 mil personas, muy por debajo de las expectativas y una de las menores cifras de los últimos años.
Ello ha disparado los temores de que haya un freno en la economía norteamericana, que no se hizo notar en la primera mitad del año, pero que quizá venga en la segunda parte del 2024.
El peso mexicano fue el viernes pasado la moneda más devaluada pero no la única.
El efecto sobre nuestra divisa y nuestra economía es complejo.
Los datos del empleo fortalecen la posibilidad de que haya una baja de al menos un cuarto de punto en las tasas de referencia de EU en la reunión de Comité de Mercado Abierto de la Fed que terminará el 18 de septiembre.
Ello pareciera ser un argumento para fortalecer a otras monedas frente al dólar, que daría rendimientos más bajos con relación a otros mercados.
Pero, para México, es mala noticia que la economía de los Estados Unidos pueda frenar.
Eso significa que podría acentuarse la tendencia a la baja de nuestras ventas externas.
En junio, las exportaciones totales de México retrocedieron en 5.7 por ciento respecto al mismo mes del 2023.
Esto significa que nuestro país perdería su principal ingreso de divisas y eventualmente desaceleraría aún más su crecimiento.
Esa expectativa le pegó a nuestra moneda en su cotización frente al dólar.
La pregunta que mucha gente se hace desde hace meses es si la cotización encontrará un tope o existe el riesgo de que siga en ascenso, sobre todo si a los factores externos se suman otros de carácter interno, como la aprobación de reformas constitucionales, como la judicial, que eventualmente erosionen la confianza de los inversionistas.
Predecir la paridad es hoy un ejercicio meramente académico, pues hay tantos factores que la condicionan que cualquier pronóstico puede ser tan certero como una mera apuesta.
Pero no se puede desconocer el riesgo de que haya mayores presiones devaluatorias.
Lo cierto es que el entorno internacional se ha vuelto tan complejo que no es solo al peso a la única variable financiera que le está afectando, sino también a las bolsas y otras monedas.
Tenga la certeza de que esta semana aún seguirá la volatilidad.
Habrá que acostumbrarse.