El pánico financiero que se desató ayer a nivel global es un síntoma de la fragilidad que existe en la situación internacional.
La conjunción de una serie de eventos: un alza de las tasas en Japón, malos datos de empleo en EU y el incremento de las tensiones en el Medio Oriente fueron suficientes para detonar un desplome de las bolsas como hacía mucho tiempo que no se veía.
Si bien es probable, como casi siempre pasa cuando hay estos eventos, que hoy veamos un rebote importante en algunos mercados, ello no va a cambiar el hecho de que nos encontramos en un terreno de abierta inestabilidad.
La especulación llegó al punto de que algunos consideran posible que la Reserva Federal decida ajustar a la baja en un cuarto de punto la tasa de referencia, de modo extraordinario, antes de la reunión del próximo 18 de septiembre.
Como casi siempre ocurre cuando la turbulencia de los mercados se desata, el peso fue la gran víctima en el mercado mexicano, pues la caída de la bolsa fue mucho más moderada en nuestro país que en otras latitudes.
Nuestra moneda llegó a rebasar los 20 pesos en algún momento de la madrugada del lunes, pero finalmente retrocedió y ayer por la tarde cotizaba en 19.25 por dólar.
De cualquier manera, se trata de un nivel que no habíamos visto en muchos meses.
Como ayer le comentaba, prácticamente fueron solo factores externos los que movieron la paridad, pero eso no significa que no pueda en un futuro próximo ser empujada también por factores internos.
La sensibilidad de los mercados ha crecido y ahora veremos un ambiente en el que casi cualquier variable que indique debilidad económica o bien tensión geopolítica, pueda nuevamente producir turbulencia.
Esta circunstancia creará un escenario complejo para la Junta de Gobierno del Banco de México.
Este jueves debe dar a conocer su decisión respecto a la política monetaria del país.
Si bien la debilidad de la economía mexicana, que nuevamente quedó manifiesta ayer en la pobre generación de empleo formal en el mes de julio, podría ser un argumento favorable a la reducción de las tasas, lo mismo que la reducción leve pero consistente de la inflación subyacente, resulta que este cuadro global con un tipo de cambio que llegó a subir más de 3 pesos respecto a los niveles mínimos de no hace muchas semanas, ofrece un cuadro que podría hacer desistir al Banco Central de reemprender el ciclo a la baja de las tasas.
Creo que la prudencia va a prevalecer y lo que tendremos es nuevamente un compás de espera para la reducción de las tasas, quizás con una decisión dividida en la Junta.
Bajar las tasas y exponerse a que el tipo de cambio también se presione por esa circunstancia, creo que podría ser arriesgado.
A nivel de política financiera, aunque ayer se recordaba la fortaleza de las finanzas públicas del país, y el hecho de que hay un registro de política macroeconómica muy estable, realmente no hay garantía de que ello vaya a ser suficiente para evitar los efectos de la turbulencia internacional, sobre todo con los retos que existen para bajar el déficit en el 2025.
En todo este cuadro, además, nos falta ver aún los impactos de la geopolítica.
El temor de que el conflicto en Medio Oriente escale y que tengamos un enfrentamiento militar entre Israel e Irán es real.
Y ello podría activar ataques de grupos radicales islámicos, incluso fuera de la zona de conflicto.
En suma, la circunstancia global no es para dormir a pierna suelta, como seguramente no lo está haciendo ninguna de las autoridades financieras del orbe.