Coordenadas

El paquete del nuevo Consejo de Romo

La simple existencia de una instancia en la que el tema central sea la promoción de la inversión y el crecimiento y que se pueda medir su éxito con cifras, es un avance.

Lo hemos dicho aquí muchas veces: la clave del crecimiento es la inversión, y en particular, por la dimensión que tiene, la inversión privada.

Por eso, resulta positivo que el gobierno de AMLO, a través de Alfonso Romo, haya lanzado el Consejo para el Fomento a la Inversión, el Empleo y el Crecimiento.

No sé si vaya a funcionar o no, eso lo dirá el tiempo, pero la mera existencia de una instancia en la que el tema central sea la promoción de la inversión y el crecimiento y que se pueda medir su éxito con cifras, ya es un avance.

Falta conocer con detalle la forma específica en la que operará este Consejo, pero lo que no puede dejar de subrayarse es la necesidad imperiosa de que exista.

Si en éste se suman empresarios y demás integrantes del sector productivo, probablemente el Consejo se pueda convertir en un ente que coordine las demandas de los empresarios y que al mismo tiempo genere un espacio que permita construir confianza.

El último dato disponible de la inversión fija bruta que se realiza en México reportó una caída de 2.1 por ciento en el mes de noviembre a tasa anual. Y si consideramos los 11 meses completos, el resultado es apenas un crecimiento de 1.3 por ciento en 2018.

Le recuerdo que este es un problema crónico de nuestra economía.

De acuerdo con las cifras del Inegi, la formación bruta de capital fijo creció apenas a una tasa promedio de 0.9 por ciento en el sexenio de Peña; a 1.8 por ciento en el de Calderón; a 2.6 por ciento en el de Fox; y a 1.3 por ciento en el de Zedillo.

Si consideramos el lapso completo de estos cuatro sexenios, el crecimiento medio anual fue de apenas 1.8 por ciento.

Cuando se observan estas cifras no puede dejar de considerarse que uno de los problemas crónicos de la economía mexicana en el último cuarto de siglo es la falta de inversión.

Ya le hemos comentado que hubo una falla en el modelo que suponía que la ausencia de inversión pública iba a ser compensada por inversión privada. No fue así.

Tampoco funcionaron suficientemente los esquemas en los que habría asociaciones del sector privado con el sector público.

Y aunque muchos empresarios hablaron de confianza y vieron con entusiasmo las reformas estructurales, no se invirtió lo suficiente para crecer más.

Al ver el tamaño del reto, podemos afirmar que no la tendrá nada fácil el nuevo Consejo para promover la inversión.

Tendrá que atacar un problema crónico de la economía, que, además, recientemente se ha acentuado por la desconfianza causada por algunas decisiones del gobierno de AMLO.

En las inversiones, como se sabe desde hace muchos años, los empresarios comprometen recursos apostando al futuro, esperando que haya rentabilidad años después.

Como el futuro siempre es incierto, debe haber un ingrediente fundamental para que las inversiones se realicen: confianza.

Más allá de los proyectos específicos que pueda propiciar inversiones, la tarea del nuevo Consejo será generar confianza.

Sólo así se podrá resolver este padecimiento secular que tiene el país: la falta de inversión, que es lo que nos ha condenado a un bajo crecimiento por un largo periodo.

¿Podrá hacerlo?

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