¿Con quién está usted? ¿Con AMLO? ¿O está en contra?
¿Le parece que es el mejor presidente de la historia o se trata del peor mandatario que haya tenido México?
¿Estamos en la etapa más negra de nuestra historia reciente o nos encontramos instalados en la cuarta transformación de la vida pública de México?
Podemos seguir haciendo preguntas y preguntas que todos los días aparecen en las conversaciones públicas y se amplifican y reproducen de manera prominente en las redes sociales, cuyas respuestas no dejan espacio a puntos intermedios, sino que sólo dan la opción de elegir entre el blanco y el negro, sin ninguna gradación ni matiz.
Algunos creemos que la realidad siempre es compleja y por lo tanto tiene colores diferentes. El mundo real no existe en blanco y negro, sino que tiene una gran cantidad de tonalidades.
Sin embargo, cuando las sociedades se polarizan se pierde capacidad para percibirlas. Se permiten sólo visiones extremas. Las redes sociales llevan esta visión al extremo al simplificar las opiniones. Las respuestas se hacen binarias.
La discusión pública requiere que existan matices. De lo contrario se vuelve virtualmente imposible. Lo que se tiene es sólo una colección de monólogos y prejuicios.
Todo lo que diga o haga el gobierno está bien o está mal sólo porque es él quien lo dice o lo hace. O todo lo que digan o hagan los que no tengan 'lealtad ciega' a la cuarta transformación, está mal.
No se puede ignorar el hecho de que el presidente López Obrador sea el principal promotor de la polarización… mas no el único.
En julio, el presidente de la República pronunció un discurso en el que señaló: "es tiempo de que cada quien se ubique en el lugar que le corresponde, porque ya no hay para dónde hacerse, o se está con la transformación o se está en contra de la transformación".
Si el presidente buscaba propiciar la polarización, como lo expresó en la anterior afirmación, resultó muy exitoso.
Ha alineado en su contra a muchas fuerzas que tenían profundas diferencias y que hoy las une su rechazo a su gobierno.
Pero, al mismo tiempo, ante este hecho, ha alineado tras de sí a mucha gente que lo sigue respaldando. La mayoría de las encuestas le sigue dando un nivel de aceptación superior a 50 por ciento.
Esto quiere decir que, en contra de lo que el grueso de los opinadores pensamos, hay un amplio segmento de la sociedad que sigue creyendo que AMLO es la mejor opción.
Quien diga que la opinión pública no importa pues muchas veces se equivoca, que recuerde que en las democracias la mayoría decide… aunque se equivoque.
Un éxito del presidente ha sido lograr que no quepa en la escena pública una visión que piense que el gobierno hace mal algunas cosas y otras no tanto.
O que pretenda juzgar diferenciadamente a las políticas y a los funcionarios de su gobierno; o a los integrantes de Morena, sin tomarlos como tabla rasa, sino viendo los méritos de cada uno.
Sin una figura política que pueda reunir la oposición en su contra, y con un respaldo que se hace más cohesivo en la medida que se perciba que hay mayores críticas y ofensivas, AMLO tiene mucho más que ganar que sus críticos.
La polarización le es de gran utilidad.
El presidente está en su elemento con una oposición que lo aborrezca, que le tenga aversión o incluso odio.
Y, la oposición, hasta ahora al menos, no ha tenido la habilidad de escaparse de esa trampa.
Más allá de los intereses partidistas, como sociedad, debiéramos tener la capacidad de construir una conversación pública que no dependa de las 'mañaneras'; que no sea reactiva a los dichos y hechos del presidente, que construya una visión diferente y que con ella 'desarme' a quien espera una alineación a favor o en contra del presidente.
¿Tendremos la habilidad para escaparnos de la polarización o seguiremos esperando a AMLO para criticarlo o aplaudirlo?