No se trata de un cambio de gobierno, sino de un cambio de régimen.
Ese es el gran argumento del presidente López Obrador en su Primer Informe Constitucional de Gobierno, que además él denominó: 'Tercer Informe al Pueblo de México'.
La cuarta transformación –el cambio de régimen– incluye estas nuevas denominaciones y cambios, como el hecho de primero pronunciar el discurso y luego entregar el documento al Congreso.
Cambios de forma que también implican cambios de fondo, de un mandatario al que no le gusta portar la banda presidencial ni cantar el Himno Nacional.
En el discurso pronunciado ayer en el Palacio Nacional no hubo sorpresas. Ni información que no conociéramos ni anuncios espectaculares.
Pero sí algunas reafirmaciones y subrayados relevantes.
López Obrador reiteró su idea de que el crecimiento económico es menos importante de lo que usualmente se cree. Pidió desechar la "obsesión tecnocrática" de medirlo todo en función del crecimiento económico.
"El fin último de un buen gobierno es conseguir la felicidad de la gente".
El presidente López Obrador no es el primero que está a la búsqueda de nuevas métricas para medir el éxito de su gestión.
Desde hace años, diversos organismos han buscado nuevas métricas para definir el éxito de los gobiernos, entre ellos la OCDE y el Inegi.
Por ejemplo, la OCDE construyó el Índice para una Vida Mejor, que incluye diversos indicadores como la satisfacción con la vida, el balance vida-trabajo, y diversos indicadores sociales.
La calificación que le ponemos a nuestra satisfacción con la vida, según la OCDE es de 6.5 y estamos poco más arriba de media tabla. Finlandia, Noruega y Dinamarca son los países que encabezan esta medición.
En el caso de los indicadores de bienestar autorreportado que formula el Inegi, hay una calificación de 8.3 puntos en la satisfacción con la vida, cuando esa calificación era de 8.1 un año atrás.
Más allá de esas referencias filosóficas, en lo concreto, AMLO dedicó un segmento importante de su discurso a hablar de la importancia del sector privado y agradeció, con nombre y apellido a Carlos Slim, Carlos Salazar y Antonio del Valle, su papel para haber desactivado el conflicto de los gasoductos.
Sin duda que, aunque no lo diga de ese modo, a AMLO le gustaría tener una economía que creciera a una tasa de 4 por ciento que una que no crece.
De hecho, en el Plan Nacional de Desarrollo aparece el objetivo de crecer a un promedio de 4 por ciento en este sexenio, así que el desprecio por el crecimiento en realidad más bien deriva del mal desempeño que tiene hasta ahora.
No habrá un antes y un después del Primer Informe.
Será más relevante, de hecho, la dinámica que cobre el Poder Legislativo. Dos de las iniciativas enviadas son cruciales para el futuro político del país: la de revocación de mandato y la consulta popular.
Y el próximo domingo se dará a conocer un documento que será más relevante que el discurso de ayer: el Paquete Económico 2020.
Los resultados fiscales de julio, en los cuales hubo una caída de 10 por ciento en términos reales en la recaudación del ISR, prenden una luz roja respecto al efecto del freno económico en la recaudación y las dificultades que existen para llegar a los objetivos fiscales que se ha planteado el gobierno.
Allí podría estar una fuente de infelicidad, que podría arruinar todo lo demás.