Ayer, en el Foro Oil & Gas, sobre las oportunidades en las áreas de petróleo y gas, que organizó El Financiero junto con Siemens, por primera vez pude ver un diagnóstico comprensivo de la situación de Pemex y de las medidas que se están tomando para hacerle frente.
En la presentación de Alberto Velázquez, director corporativo de Finanzas de la empresa y Ulises Hernández, encargado actual de Pemex Exploración y Producción, se puede ver la visión global de Pemex.
El diagnóstico identifica tres problemas centrales: robo desmedido de combustible; crecimiento exagerado de la deuda de la empresa, y excesiva carga fiscal.
Esto ha generado una caída en la producción de crudo y en los ingresos de la empresa, que ha limitado la capacidad de generación de recursos y limitado la inversión, alimentando un círculo vicioso.
El año pasado, el robo de combustible alcanzó los 36 mil 163 millones de pesos.
Según las cifras oficiales, con los operativos lanzados, las pérdidas por robo se habrán reducido en 97 por ciento respecto a las del año pasado. Aunque se argumenta que no se aprecia aún un incremento de ventas internas por la pérdida de mercado de Pemex frente a sus competidores. ¿Será?
La deuda financiera llegó al equivalente a 2 billones 82 mil millones de pesos, mayor en 147 por ciento respecto al nivel de 2013. A este respecto se señala que el objetivo es no tener un incremento en el saldo de la deuda total de Pemex al cierre del año y refinanciarla para solo dejar pendientes vencimientos de 2 mil 500 millones de dólares para 2019, lo que aligera la carga financiera.
El pago de impuestos alcanzó los 401 mil millones de pesos el año pasado, una cantidad que duplicó la inversión realizada por Pemex. Los cambios del régimen fiscal estiman un ahorro fiscal de 30 mil millones de pesos este año, de 47 mil 100 en 2020 y de 91 mil 600 millones en 2021.
Adicionalmente hubo una capitalización de 25 mil millones en el arranque del año, ya programada en el Presupuesto y una monetización de pagarés del gobierno, por ajustes laborales de 35 mil millones de pesos.
Eso no implica que no vaya a haber más capitalizaciones en los años subsiguientes.
El objetivo es tener recursos adicionales para aumentar la inversión y pasar de 198 mil millones el año pasado a 412 mil millones en 2021, un incremento real de 108 por ciento, equivalente a casi 11 mil millones de dólares.
El resultado esperado es que en 22 campos en desarrollo la producción pase de 70 mil barriles diarios adicionales estimados para este año a 320 mil para 2021.
Y la carta a Santa Clos que tiene Pemex es incrementar en otros 730 mil barriles entre 2021 y 2024, para sumar un alza en el sexenio de 64 por ciento.
Se puede cuestionar el esquema, sobre todo en cuanto a los resultados esperados en materia de producción, pues se trata de una actividad que, por su naturaleza, siempre está llena de incertidumbre.
Y, si no hay crecimiento de la producción, todo el esquema planteado queda con alfileres.
Sin embargo, insisto, ahora sí se ve un esfuerzo más completo, que debe plasmarse en el Plan de Negocios de la empresa, el cual deberá ser presentado –dicen que ahora sí– antes de que termine el mes de junio.
Si las cosas se acomodan, habremos eludido, al menos en este año y en los primeros meses del siguiente, una baja en la calificación de la deuda de Pemex, que podría tener muy graves consecuencias para México.