Las grandes crisis financieras usualmente detonan cambios en las políticas y los modelos económicos.
La crisis del 29 definió una etapa en la que hubo una mayor intervención del Estado en la economía, para tratar de rescatarla de una crisis sin precedentes por su profundidad y extensión.
En los 70 y principios de los 80, hubo otra crisis que no fue sincrónica en todo el mundo como la Gran Depresión, pero que alteró las relaciones financieras internacionales y terminó con la estabilidad que se había conseguido en la etapa de posguerra.
Además, se gestaron crisis fiscales casi generalizadas, con un Estado incapaz de financiar su intervencionismo y sus políticas sociales.
El resultado fue el regreso de las visiones que demandaban el retiro del Estado y la preeminencia del libre mercado. Vivimos el ascenso de la Reaganomics y el Tatcherismo, que cambiaron al mundo.
Allí se gestó lo que algunos llaman 'políticas neoliberales' y que se generalizaron a casi todo el orbe. Ese hecho coincidió con el derrumbe de la Unión Soviética y su modelo de planificación central.
Pero, cuando pocos lo esperaban, llegó la gran crisis de 2008-2009, que produjo un terremoto en la visión de quienes proponían dar al mercado el rol central y reducir al Estado a una posición marginal en la economía.
De esa crisis, sin embargo, no ha surgido una nueva visión articulada.
Lo que tuvimos fueron expresiones políticas de rechazo a la liberalización del comercio, al abandono de políticas sociales y la búsqueda de un nuevo rol para el Estado.
De allí nacieron expresiones como el triunfo de Trump, el Brexit o el crecimiento de movimientos nacionalistas de izquierda y derecha en el mundo entero.
Y, sí, también el triunfo de AMLO.
No pretendo ser reduccionista. En la llegada de López Obrador a la presidencia, hay también muchas circunstancias específicas de México.
Pero es claro que hay un gran telón de fondo.
Y, lo que no hay es la expresión de una nueva filosofía de política económica que sea compartida por quienes rechazaron las consecuencias del llamado neoliberalismo.
Trump ha querido cerrar fronteras a las importaciones; los partidarios del Brexit a la migración; pero AMLO quiere más bien regresar a empresas estatales fuertes y no parece que tenga impulsos proteccionistas.
Lo que sí es un hecho es que, en todos los casos, falta una visión que articule. Las propuestas hasta ahora han sido reactivas, pero carecen de un modelo, de un referente, que permita definir hacia dónde nos movemos.
En México, algunos imaginan que se quiere regresar a los tiempos del llamado 'nacionalismo revolucionario', con un Estado fuerte e intervencionista.
La realidad es que el mundo ya es otro y más allá de deseos, el viejo modelo es inviable.
Pero, sí hay referentes de Estados fuertes y activos, tanto en oriente como entre países europeos. Sin embargo, requieren otro sistema fiscal para financiarse y por ahora no se quiere cambiar el que tenemos.
En resumen, la realidad es que, bien a bien, no sabemos a dónde vamos, por eso la referencia a modelos del pasado, que hoy ya no tienen viabilidad.
Tal vez es demasiado pronto, pero sin una idea más clara, tal vez tengamos políticas públicas construidas de retazos y no una visión integradora.