Cuando uno habla de que la economía está estancada, como los datos más recientes del Inegi revelan, recibe comentarios que lo cuestionan.
Hay algunos a los cuales les está yendo bien o incluso muy bien. Pero, en contraste hay muchos a quienes les está yendo muy mal o incluso que apenas sobreviven.
El promedio es malo, pero las diferencias son muchas.
En una circunstancia como la que tenemos hoy en México las cifras macroeconómicas usualmente promedian condiciones muy diferentes. Es como si tuviéramos una temperatura promedio de 20 grados, resultante de que a veces tenemos 40 y otras cero grados.
Son muy pocos quienes pueden hacer fiesta por sus resultados, hay muchos a los cuales les está yendo regular, y aún hay quienes más bien andan en velorios por los resultados de sus empresas.
Pasa lo mismo con las regiones. Si usted observa el país desde la Ciudad de México tendrá una perspectiva completamente distinta respecto a quienes ven a México desde otros puntos geográficos.
Por ejemplo, si se encuentra en el Bajío, verá una perspectiva completamente distinta de México. O bien si habita en Mérida o en Tijuana. Pero, si vive en cualquier localidad de Tabasco o Campeche, incluso la perspectiva económica promedio le parecerá optimista.
Ocurre lo mismo con los sectores económicos. En el sector financiero, pese a la desaceleración del crédito las cosas en general resultarán bien pese a los tropiezos de la coyuntura.
Sin embargo, si se encuentra usted en la industria de la construcción, contará una historia completamente diferente, pues en el mejor de los casos apenas estará sobreviviendo.
Sabemos que México es un país de grandes diferencias y contrastes.
Sin embargo, éstos, que son muy grandes y múltiples en condiciones normales, se acentúan cuando nos enfrentamos a una circunstancia de estancamiento económico como la que tenemos en este momento.
Sucede lo mismo para el futuro. Para los sectores que dependen de la exportación es crítico que llegue pronto la ratificación del tratado comercial con Estados Unidos y Canadá.
Sin embargo, para quienes gravitan sobre todo en el mercado interno, quizás este proceso sea menos relevante, y en contraste, se esté esperando la reactivación del gasto público.
Además, se esperará la revisión de los salarios para 2020 y el avance de las remesas.
Sin embargo, de lo que dependen todos los sectores, estén orientados al ámbito doméstico o exportador, es de que haya un aumento de la confianza del sector privado.
La inversión depende en una medida sustantiva de la confianza y ésta se encuentra deteriorada.
El nivel reportado por el Inegi en octubre para la confianza empresarial en el sector manufacturero es 5.5 por ciento inferior al que teníamos en el mes de febrero.
Las perspectivas del país serán muy diferentes según lo que ocurra en las siguientes semanas.
Si se produjera la ratificación del tratado comercial con México y Canadá, las perspectivas cambiarían positivamente. Si no hubiera aprobación, la historia sería diferente para mal.
El problema es que la falta de ratificación del nuevo tratado afectaría sobre todo a los sectores y regiones que hasta ahora van relativamente bien.
El país seguirá siendo un mosaico, pero si las cosas empeoran, es probable que haya más igualdad… pues a casi todos les va a ir mal.