Por segundo mes consecutivo, en enero, el indicador de confianza del consumidor que calcula el INEGI tuvo un comportamiento positivo.
El alza fue de 0.7 puntos respecto al dato de diciembre. Aunque el incremento pareciera pequeño, tomando en cuenta lo que pasa normalmente en enero, mes en el que se producen incrementos de precios, ajustes en tarifas y cuando muchas veces hay que empezar a pagar los gastos de diciembre, es de destacarse que el indicador haya crecido.
Uno de los factores que más contribuyó a esta alza fue el índice que mide el optimismo respecto a la situación económica esperada de los miembros del hogar en un plazo de 12 meses. De hecho es en este rubro donde el nivel del índice es el más alto, lo que refleja que el consumidor mexicano empieza a tener mejores perspectivas.
Cuando se observan preguntas sobre temas específicos también se aprecia una ligera mejoría. Por ejemplo, cuando se cuestiona respecto a las posibilidades económicas de salir de vacaciones durante los siguientes 12 meses, hay una mejoría de tres puntos.
Otro de los indicadores que también subió y que puede ser un dato prometedor es el que cuestiona respecto a si algún miembro del lugar planea comprar un automóvil nuevo o usado en los próximos dos años. En este caso, el incremento fue de 1.8 puntos. También hubo un alza con relación a la posibilidad de que alguien en el hogar vaya a comprar, construir o remodelar su casa.
Es temprano para concluir que hay una nueva tendencia en la confianza de los consumidores. Sin embargo hay indicios de que podría ser así, y en los siguientes meses habrán de confirmarse o desmentirse.
En diversas ocasiones le he comentado en este espacio, que hay un segmento de asalariados, los que pertenecen al sector formal de la economía, que han tenido un incremento de sus ingresos reales.
La llamada 'masa salarial real', que combina el crecimiento del empleo con el de los salarios reales, terminó el año con un alza de 5.7 por ciento, en virtud del aumento de 1.7 por ciento en el número de trabajos registrados ante el IMSS y de un incremento de 3.9 por ciento en los salarios reales con los que se cotiza al Instituto.
Sin embargo este incremento en el ingreso real de los hogares no se ha traducido en un aumento equiparable del consumo, en virtud de la desconfianza respecto al futuro. En el caso de las compras de bienes duraderos, las que normalmente se realizan a través del crédito, como electrodomésticos, autos o vivienda, hay muchos que dudan en contraer un compromiso financiero ante expectativas inciertas.
Sin embargo, pareciera –por lo pronto solo pareciera– que esa tendencia puede estar cambiando.
De darse una mejoría sostenida de las expectativas, será una buena noticia para la economía mexicana.
Hay que recordar que el consumo privado es el componente más importante de la demanda total de la economía, pues equivale al 46.5 por ciento del total, y en los primeros nueve meses del año pasado tuvo un alza de solo 0.3 por ciento.
Una mejoría de esta variable sería el principio de una recuperación de la economía. Ojalá se confirme.