Por si algo nos faltara en el complejo panorama económico que enfrentamos, hay un creciente riesgo de recesión.
Y no, no estamos hablando de México nada más, sino sobre todo de Estados Unidos.
El Banco de la Reserva Federal de Nueva York produce un indicador que es observado con atención por economistas de todo el mundo.
Este indicador está calculado por el diferencial de las tasas de los bonos del Tesoro de 10 años y de 3 meses. En los últimos sesenta años, no ha existido ninguna ocasión en la que este índice llegue a 30 por ciento, y que no se haya presentado una recesión en el curso de los siguientes 12 meses.
El indicador de mayo se ubicó en 29.62 por ciento y con tendencia alcista. Apenas a una rayita de la cifra fatídica.
No es la única luz amarilla (en realidad casi roja) que se encuentra prendida en este momento.
La National Association for Business Economics (NABE), una de las más influyentes asociaciones de economistas de Estados Unidos, presentó su pronóstico de junio, basado en las opiniones de 53 expertos de banca, consultoría, universidades y otros centros.
En los cuestionarios que son enviados a estos expertos, se pregunta respecto a las probabilidades de recesión. Apenas un 15 por ciento ve como probable una recesión en 2019. Sin embargo, este porcentaje se eleva a 35 por ciento al comienzo de 2020 y a 60 por ciento para finales del próximo año.
Y seguimos con las advertencias.
PIMCO es el fondo más grande del mundo en activos de renta fija. A marzo de este año manejaba recursos por 1.7 billones (trillions) de dólares. Presentó esta semana sus perspectivas.
Joachim Fels, economista global de la firma, señaló que en un lapso de 3 a 5 años incorpora una recesión global como parte de su escenario base, es decir, el más probable.
Si sirve de consuelo, PIMCO considera que la recesión será relativamente suave y de corta duración. Sin embargo, en los siguientes cinco años visualiza un escenario con un crecimiento económico débil.
Los factores que motivan este cuadro son: incertidumbre respecto al futuro, debilidad económica, parálisis comercial y caída de la confianza de los inversionistas.
Seguimos con las señales.
Si usted piensa que la caída de 11 por ciento en la venta de autos que se presentó en México es una mala noticia, pues imagine cómo están los chinos, que vieron un descenso de 16.4 por ciento en las ventas de coches en ese mismo mes.
Otro indicador relevante es la importación de petróleo realizada por China, que retrocedió en 8 por ciento en abril.
Y hay otros indicadores que hablan de un freno en la actividad económica de China.
Otra señal más.
Los precios internacionales del petróleo vienen para abajo. El precio del WTI pasó de un nivel de 66.24 dólares el pasado 23 de abril a 51.21 en la noche de ayer. Es decir, hay una caída de 22.7 por ciento.
Una caída tan rápida en el precio del petróleo, aunque pueda tener tras de sí factores coyunturales, no es buena señal.
Y si a todo este cuadro le suma los riesgos de que escale una guerra de aranceles entre Estados Unidos y China, o Estados Unidos y México, entonces los riesgos crecen exponencialmente.
Más vale que los veamos y que vayamos tomando nuestras providencias para que luego no vayamos a decir que nos tomaron por sorpresa.
Los nubarrones están allí y vienen hacia nosotros. No nos espantemos si próximamente tenemos una tormenta.