Uno de los factores que ha contribuido al freno económico que estamos viviendo es la caída del ritmo de otorgamiento del crédito de la banca comercial.
De acuerdo con Banxico, al mes de junio de este año, el saldo de financiamiento al sector privado creció 3.9 por ciento en términos reales a tasa anual.
En junio de 2018, su ritmo era de 7.5 por ciento real.
Si lo que observamos son los flujos y no los saldos, hay caídas incluso en el volumen nominal.
En el primer semestre del año pasado, el financiamiento nuevo de la banca comercial al sector privado ascendió a 244 mil millones de pesos. En el mismo periodo de este año, ese monto fue de 186 mil millones, es decir, 23.7 por ciento menos.
En el caso específico del crédito al consumo, el flujo decreció en 11 por ciento, mientras que, para las empresas, la caída fue aún más significativa, con un retroceso de 33.5 por ciento.
¿En qué medida las altas tasas de interés han propiciado esta caída?
Creo que de forma muy limitada. La TIIE a 28 días, que es una referencia muy usual en el costo de los créditos, estaba a 7.93 por ciento en junio del año pasado. En el mismo mes de este año subió a 8.43 por ciento.
El incremento de medio punto no es despreciable, pero difícilmente es la principal explicación de la caída de los créditos.
Hablando con ejecutivos bancarios cuya principal responsabilidad es la colocación del crédito, la respuesta más usual que he encontrado es: una caída de la demanda.
Tanto empresas como consumidores han dejado de acudir al banco porque perciben una alta incertidumbre y no asumen el riesgo de tomar créditos.
Piensan que no hay suficiente certeza de que en el futuro puedan contar con los ingresos necesarios para cubrir los pagos de intereses y amortizaciones.
El tema es delicado porque si no existe demanda de crédito, el programa para fortalecer la economía que fue anunciado hace algunas semanas por Hacienda, va a enfrentarse a ese mismo problema pues se apoya en el crecimiento del crédito de la banca de desarrollo.
Incluso, en el caso de una de las funciones de esta banca, que es operar como banca de segundo piso, necesita que haya crédito por parte de los propios bancos comerciales.
Le he expresado en diversas ocasiones en este espacio que nos hemos metido en una trampa de la que es difícil salir: la trampa de la desconfianza.
Ella conduce a que caiga el crédito y las inversiones, lo que reduce la actividad económica y tarde o temprano va a reducir el ingreso de las familias.
La reducción de éste va a provocar una caída en la producción que va a validar la desconfianza en la inversión, y de esta manera el círculo se retroalimenta y renueva.
La clave es romperlo. Y solo se puede romper con alguna acción que modifique sensiblemente el entorno económico.
La que a mí me gustaría es la reactivación de la construcción del aeropuerto de Texcoco. Como sé que no va a ocurrir, me parece que la otra acción que podría modificar el entorno es la reactivación de las rondas petroleras.
Si esa decisión se combinara con la ratificación del T-MEC por parte del Congreso de Estados Unidos y con un Paquete Económico sólido para 2020, podría generarse un empuje suficiente para salir de la trampa.
Si seguimos atorados en ella, será muy difícil que la economía pueda remontar en el curso de los siguientes meses… o más.