Ayer hubo dos visitas del presidente López Obrador. Una fue al presidente Trump y la otra fue al candidato Trump.
La visita al jefe de Estado fue buena y útil. La visita al candidato fue arriesgada, pues se trata de una apuesta de resultado incierto.
Vamos por partes.
El sistema electoral norteamericano, que permite la reelección inmediata del presidente, crea esta ambigüedad. Un presidente en funciones actúa a veces usando criterios de candidato.
Y Trump no tiene el menor empacho en hacerlo casi siempre. Aprovecha su posición de jefe de Estado para llevar agua al molino del candidato.
Al escuchar el discurso de López Obrador en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca, se puso de manifiesto la 'doble visita'.
Al presidente Trump se le argumentó respecto a la conveniencia de fortalecer la integración económica de América del Norte para aumentar la competitividad de la región. Y, en el lenguaje que Trump entiende, quien le escribió el discurso a AMLO tuvo el tino de hablar de que la región tiene un déficit de 611 mil millones de dólares frente al resto del mundo y que es posible reducirlo.
Por prudencia diplomática no dijeron que la mayor parte de ese déficit proviene de China. Y que la manera de reducirlo es cambiando las cadenas de valor, para que los proveedores de EU no vengan de China sino de México.
La estrategia más inteligente que puede emprender AMLO es esa. Convencer a Trump y a las empresas de EU de que nuestro país es la gran opción con el nuevo Tratado.
Hasta este punto, lo dicho por el presidente López Obrador es de aplaudirse.
Pero, como dice el viejo precepto: no hay desayunos gratis.
Había que poner algo a cambio de que el gobierno norteamericano aceptara –por lo menos en el discurso y la declaración– esta visión.
Hubo que endosar al Trump candidato.
El presidente López Obrador ahora extendió el 'proceso de purificación' hasta Washington.
Al término de su discurso, AMLO fue explícito: "…por eso estoy aquí, para expresar al pueblo de Estados Unidos que su presidente se ha comportado hacia nosotros con gentileza y respeto. Nos ha tratado como lo que somos: un país y un pueblo digno, libre, democrático y soberano."
AMLO olvidó el más importante lema de su compaña presidencial: 'Build the wall". Adiós a las referencias a los criminales y violadores que México envía. Ni hablar del intento de poner aranceles que se frenó solo porque México frenó a los centroamericanos. ¿Y los dreamers? Bueno, es algo que no es tan importante. La separación de las familias es un tema nimio.
Ahora Trump es gentil y nos trata dignamente.
No sé si le vaya a funcionar, pero el Trump candidato va a usar las expresiones de manera activa en su campaña.
Si gana, AMLO terminará su periodo con un presidente de EU con el que se entiende perfectamente y que le debe un favor.
Pero si resulta que gana Biden, empezaremos la nueva relación con el agravio de que el gobierno mexicano apostó al candidato perdedor.
Quizás la conclusión de los expertos de la Presidencia de la República y la Cancillería es que aun un gobierno demócrata tendrá que entenderse con México y deberá guardar sus agravios en el ánimo del pragmatismo que deberían mantener si llegan al gobierno.
Es posible. Pero también lo es que ejerzan una intensa presión en múltiples temas que están en la agenda demócrata, como el crimen organizado o los asuntos laborales.
Algunos pensamos que es una apuesta arriesgada que, además, da pie a que un posible futuro gobierno demócrata se sienta con la libertad de endosar a quienes crea que son las fuerzas políticas mexicanas que mejor representan el interés de Estados Unidos.
Luego no nos quejemos.
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