Los indicadores laborales de abril que dio a conocer el Inegi prendieron todas las alarmas.
El más serio de todos ellos es el que refleja una fuerte caída de la ocupación. De acuerdo con las cifras de la encuesta telefónica que realizó el Inegi, durante abril hubo un 12.3 por ciento de la población en edad de trabajar que dejó de estar activa. Esto equivale a 12 millones de trabajadores.
En tanto, la población subocupada creció en 5.9 millones.
Se trata, como en otras variables económicas que estamos viendo en estos días, de una pérdida sin precedente en México.
¿Entonces la pérdida de empleos no es de 1 millón de trabajadores, como estima el presidente López Obrador?
No, la que estima el Inegi corresponde a personas que dejaron de estar ocupadas en muy diversos tipos de actividad y formas de contratación. Se trata de asalariados formales, informales, trabajadores por cuenta propia, empleadores, etcétera.
Lo señalado por el presidente corresponde a los asalariados formales, sólo un subgrupo de ese total.
Lo que las cifras del Inegi describen es un virtual infarto de la actividad económica en casi todos los sectores.
Si México tuviera un seguro de desempleo equiparable al de EU, entonces tal vez las solicitudes de marzo y abril estarían por los 12 millones.
Lo que estamos viendo en México es un colapso de los ingresos de millones de hogares que inevitablemente se traducirá en una caída importante del consumo, como la que ya se vio en algunas de las estadísticas del mes de abril.
Al no haber posibilidad real de que se regrese a la actividad laboral en junio, lo que observaremos es también un incremento importante de la pobreza, ya que muchos de los hogares que se quedaron sin entradas se encuentran entre los segmentos de menores ingresos de la población.
Las previsiones de Coneval que anticipan un crecimiento de hasta 10 millones en el número de pobres, atienden a esta dinámica.
El día de ayer, igualmente, el Banco de México dio a conocer su encuesta mensual entre especialistas.
Las cifras de los expertos indican que se espera que la pérdida total de empleos formales para este año ascienda a poco más de 1 millón de personas y que sólo haya una recuperación de 350 mil puestos de trabajo en 2021.
Esto quiere decir que entre este año y el siguiente habría una erosión de 650 mil empleos formales.
Es decir, en el mejor de los casos, el nivel de empleo formal que teníamos al arrancar este año se podría recuperar hasta 2022.
Esta percepción genera una situación de gran desconfianza, la que esta semana también se dio a conocer.
La confianza empresarial en el sector manufacturero cayó en 17.7 puntos respecto al mismo mes del año pasado.
El peor de los indicadores que constituyen este índice de confianza empresarial es el referido el momento adecuado para invertir, rubro que se encuentra prácticamente en la lona con un descenso de 32 puntos respecto al nivel del año pasado.
Sin inversión no va a haber crecimiento. Por eso el Banco de México estableció en uno de sus escenarios que habría una caída ligeramente superior al 8 por ciento en la economía en este año y habría una nueva caída de 0.5 por ciento en 2021.
Los dichos presidenciales que hablan de una recuperación rápida están completamente alejados de la realidad.
El escenario más plausible en este momento, para nuestra mala fortuna, es una recesión larga y con penalidades por el fuerte desempleo.
Ojalá fuera de otra manera.
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