El acuerdo en materia comercial anunciado este fin de semana entre Estados Unidos y China podría no ser tan buena noticia para México.
Aunque, en términos generales, este principio de acuerdo se tomó como un hecho positivo para el comercio internacional y reduce las posibilidades de una recesión económica en el próximo año, para México esto podría significar perder una oportunidad que se configuraba en el mercado norteamericano ante el conflicto con China.
A lo largo de los últimos meses, las exportaciones mexicanas aumentaron su peso relativo en el mercado norteamericano en contra de las exportaciones chinas, que registraron una pérdida en su participación.
La compra de productos chinos por parte de EU cayó -12.5 por ciento en los primeros ocho meses de este año. En contraste, la exportación de productos mexicanos a nuestro vecino creció en 5.6 por ciento en el mismo lapso.
Este cambio expresa el hecho de que los productos mexicanos tuvieron una creciente competitividad frente a las exportaciones provenientes de China, ya algunas sujetas a arancel y otras a la posibildad de sanciones ulteriores.
Además, en las últimas semanas se extendió en Estados Unidos la percepción de que era muy importante la ratificación del nuevo acuerdo comercial de Norteamérica como uno de los instrumentos para conseguir la competitividad de la región y poderle hacer frente con más éxito a China.
Este último argumento será válido, incluso si se concreta el acuerdo cuya base preliminar quedó este fin de semana y sirvió para impedir que a partir de mañana se impongan aranceles a 250 mil millones de dólares de importaciones chinas.
El gobierno mexicano sabe la relevancia de estos hechos, y esta semana una delegación de funcionarios mexicanos acude a Washington para tratar de convencer a los representantes demócratas de la relevancia para Estados Unidos de ratificar el tratado.
Algunos expertos han señalado que la ratificación podría ser una de las herramientas con las que cuente Estados Unidos para poder evitar una próxima recesión.
Pero también se percibe como una concesión de los demócratas a Trump, que probablemente no harían en este contexto preelectoral y con un juicio político contra el presidente en preparación.
Para México va a ser relevante el que se consiga la ratificación. Si ésta ocurre en el curso de este mes o en las primeras tres semanas del mes de noviembre, tendremos una condición mucho más favorable para la inversión en el 2020.
Si no se logra, este ingrediente de certidumbre que tendría México se perdería y ante esa circunstancia, quizás el mejor de los escenarios fuera apenas un crecimiento cercano al 1 por ciento para 2020, aun sin recesión en Estados Unidos.
La tarea que tienen los funcionarios y empresarios mexicanos que van a estar hablando con sus pares en Washington es señalar las ventajas que los propios demócratas obtendrían ratificando este tratado y apareciendo como una fuerza política que no decide solo en función de sus intereses partidistas, sino que piensa en el interés global de Estados Unidos.
La clave es precisamente convencer a los demócratas de que tienen más que ganar si ratifican el acuerdo próximamente.