Uno de los hechos fundamentales que se registró en el mundo de las inversiones en 2019 fue la severa caída de los flujos de inversión directa que llegaron a Hong Kong, así como el estancamiento de las inversiones que se realizaron en China.
Considerando la suma de ambos, recibieron el año pasado inversión extranjera directa por 195 mil millones de dólares. Un año antes, en 2018, habían llegado 243 mil millones.
Es decir, se dejaron de invertir 48 mil millones de dólares, respecto a un año atrás.
No es que las inversiones en el mundo hayan bajado en esa proporción. Las estimaciones de la UNCTAD muestran apenas una caída de 1 por ciento, equivalente a 3 mil millones de dólares.
Entonces, ¿a dónde se dirigieron las inversiones que no llegaron a China?
Hay dos países claramente ganadores en la competencia mundial por las inversiones. Uno de ellos es Singapur, que recibió 32 mil millones de dólares más que en 2018. El otro claro ganador es Brasil, que consiguió 15 mil millones de dólares más.
¿Y México?
El resultado fue pobre, pues apenas logró incrementar los flujos en poco más de mil millones de dólares, de acuerdo con las estimaciones de la ONU.
Es claro que la inestabilidad política de Hong Kong fue un factor clave en el comportamiento de las inversiones, pero igualmente influyó la guerra comercial de China con EU.
Y, en el caso de México, más allá de las políticas del gobierno de AMLO, uno de los factores que pesó fue la incertidumbre respecto al tratado comercial de Norteamérica.
Para las empresas que analizaban las opciones que existían a su operación en China, México aparecía como un destino complicado porque todo podría cambiar en función del desenlace de las negociaciones del tratado.
Para este año, ya con la certidumbre del nuevo arreglo, me parece que a veces se ha subestimado el efecto positivo que puede tener en la llegada de capital extranjero.
Aquellos empresarios que no tienen conexión ni emocional ni política con este gobierno y que van a ver el panorama frío, objetivo y de largo plazo, pueden encontrar muy atractivo a un país en el cual –pese al alza de los salarios de los últimos años– el costo de la mano de obra es más bajo que en China, con calidad en la provisión de fuerza de trabajo y con la oportunidad única de entrar sin aranceles al mercado de EU.
A veces creemos que se trata de un asunto menor. Pero, en el marco de las tendencias proteccionistas en el mundo y del bajo crecimiento de Europa y Japón, la oportunidad que México representa no es poca cosa.
El problema es que a veces ni al gobierno ni a las empresas, les 'cae el veinte'. Es decir, no son conscientes de las ventajas que tiene México.
Los exportadores mexicanos a EU ya han empezado a sacar ventaja. El monto de las ventas mexicanas a EU fue en 2016 el equivalente a 64 por ciento de las ventas de China.
En los primeros tres trimestres de 2019 ese porcentaje subió a 79 por ciento, lo que refleja que México está desplazando a las ventas de China en muy poco tiempo.
Si el gobierno de AMLO no hubiera cuestionado a la inversión privada, estaríamos, de hecho, en un boom.
Todavía queda tiempo, con algunas señales favorables, sobre todo en energía, México captaría miles de millones de dólares adicionales.
¿Habrá conciencia de ello o le valdrá al gobierno de AMLO?