Estamos viviendo en México una de las peores crisis sociales de las que tengamos memoria o registro.
La pandemia ha causado estragos humanos, económicos y sociales entre cientos de miles de familias.
Independientemente de las cifras oficiales de fallecidos por Covid-19, el llamado "exceso de mortalidad" en México, de acuerdo con las propias cifras de la Secretaría de Salud, puede estimarse en poco más de 280 mil al término de 2020.
México es un país en el que cada cierto número de años se presentan desastres naturales que causan destrucción y se llevan vidas humanas.
Sin embargo, ni sismos, ni huracanes, ni inundaciones habían causado nunca una mortandad de esta magnitud.
Solo como referencia, la estimación de fallecidos en el terremoto de 1985 fue de cerca de 20 mil personas. Hoy la cifra es 14 veces superior.
Algunos cálculos respecto al número de fallecidos durante la pandemia de la gripe española en 1918 y 1919 hablaban de entre 300 y 500 mil fallecidos.
Obviamente, para el tamaño de la población entonces, el impacto fue mucho mayor.
Pero, se trató de una tragedia que tocó a otras generaciones de mexicanos.
Entre quienes conocemos y hemos vivido en las últimas décadas en México jamás habíamos padecido una circunstancia como la actual.
No sabemos cuáles vayan a ser las implicaciones de esta tragedia. Pero, de lo que podemos estar seguros es que no pasarán de noche.
Los que recordamos el impacto social del sismo de 1985, sabemos que, aunque pudiera parecer en un primer momento que no habría repercusiones, a la larga fue uno de los factores más importantes para cambiar el régimen político en México.
Probablemente, hasta este momento, lo que podamos apreciar sean principalmente los efectos económicos de la pandemia. En los próximos días podremos saber la caída del PIB en 2020, pero tenga la certeza de que será la mayor desde 1932. De eso no hay duda.
Los efectos económicos podrían pasar. Incluso, el FMI ya está considerando que este año la economía mexicana podría crecer a una tasa superior a 4 por ciento.
Los efectos más profundos y duraderos de la pandemia no tendrán que ver con la trayectoria del PIB, sino con las emociones y los sentimientos de millones de personas.
La gestión del gobierno mexicano respecto a la pandemia ha sido deficiente, por decir lo menos. No quiero cansarlo con cifras, pero usando cualquier parámetro, la evaluación es mala.
En particular, lo que ha hecho el subsecretario López-Gatell va a ser juzgado de manera implacable cuando tenga que rendir cuentas.
El presidente López Obrador, hoy víctima de la propia pandemia, tiene una alternativa.
Puede hacer que sus funcionarios operen como en todo el mundo y que asuman sus responsabilidades.
Los subordinados a un jefe de Estado o de gobierno, deben convertirse en 'pararrayos' o fusibles.
No puede ser quien encabeza un gobierno el que reciba el impacto directo de las crisis.
Si el presidente de la República toma la decisión de que López-Gatell pague los platos rotos, se puede librar de una parte importante de la responsabilidad por la gestión de la pandemia.
Si, tras su convalecencia de la enfermedad, que esperamos que sea breve y exitosa, insiste en respaldar al funcionario y tomar él toda la responsabilidad de la crisis, entonces todo el impacto social derivado de la tragedia se volcará sobre él.
De manera singular, el contagio de AMLO le ofrece una oportunidad, y nos ofrece a todos una oportunidad de rectificación que puede significar que miles de vidas puedan ser salvadas.
¿Lo aprovechará?
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