Cuando usted lea este texto, el Inegi ya habrá dado a conocer su indicador oportuno del PIB durante el primer trimestre de este año.
No puedo darle la cifra que seguramente usted ya conoce, pero tenga la certeza de que estará en números negativos.
Podría estar entre el -1 y el -3 por ciento.
Una referencia inmediata fue la que ayer dio a conocer el Departamento de Comercio de Estados Unidos cuando reveló que el PIB norteamericano cayó en 4.8 por ciento. En realidad, si homologamos la metodología para hacer la medición, es como si la caída fuera de 1.2 por ciento.
Es muy difícil desconectar a la economía mexicana de la economía norteamericana. El año pasado, sin embargo, mientras que Estados Unidos creció 2.3 por ciento en México nos quedamos estancados.
Si queremos evitar que en este año tengamos una caída económica mayor a la de Estados Unidos, va a ser necesario que trabajemos intensivamente en sincronizar los ciclos económicos.
Para ello es de gran relevancia que los sectores que están conectados a través de cadenas de valor, como notoriamente lo es el automotor, tengan un calendario de reapertura uniforme. La economía industrial de Estados Unidos no podrá arrancar si no lo hace también la economía mexicana.
Si se lograra que el sector exportador manufacturero de México arrancara sus actividades razonablemente pronto, sería un muy importante amortiguador de la caída de la economía mexicana.
Hay indicios de que diversas plantas del sector automotor norteamericano van a reiniciar operaciones en mayo y ya están requiriendo insumos de sus proveedores mexicanos. Adicionalmente, como ayer se hizo manifiesto, legisladores norteamericanos están empujando por una pronta reapertura sincronizada.
Esto no es incompatible con el resguardo de las condiciones necesarias para impedir la propagación de la pandemia. Se trata simplemente de seguir protocolos bien definidos para asegurarse que en plantas altamente automatizadas, así como en el transporte de personal, se siguen reglas para evitar la pandemia.
Abrir una planta industrial a la actividad no es como abrir una plaza pública. Hay mecanismos mucho más claros para evitar los contactos y establecer protocolos de protección para los trabajadores.
Eso requiere un cambio en la visión que hasta ahora se ha instrumentado. No sólo se necesita de los insumos más usuales como cubrebocas, guantes, gel, mascarillas, entre otros, sino que además se requiere que exista la aplicación de pruebas.
Hasta este momento la visión ha sido aplicar pruebas exclusivamente a quienes manifiestan síntomas de la enfermedad. Para poder reabrir plantas industriales se necesita que la aplicación sea generalizada, más de carácter preventivo de contagios que para verificar si alguien con síntomas tiene el virus.
Además se requiere algo que tampoco se ha hecho suficientemente en nuestro país, que es el desarrollo de mecanismos claros de trazabilidad de contactos, para poder detener los contagios de manera más rápida.
Si se quiere que tengamos en el plazo de algunas semanas nuevamente una industria norteamericana en actividad, va a ser indispensable que se modifique la visión que hasta ahora se ha tenido en el sector salud.
Esto no implica olvidarnos que estamos llegando a los niveles de mayor contagio en la pandemia.
Eso no limita la búsqueda inteligente para conciliar el confinamiento que evita los contagios con el comienzo de la actividad productiva, al menos en los sectores en donde es posible e indispensable hacerlo.
Esperemos que en este terreno no gane la ideología o los prejuicios, sino que se adopte la política más adecuada para el país.