El domingo pasado, cuando el presidente López Obrador clausuró los foros de consulta para la elaboración del Plan Nacional de Desarrollo, señaló:
"Declaramos formalmente, desde Palacio Nacional, el fin de la política neoliberal, aparejada esa política neoliberal con su política económica de pillaje, antipopular y entreguista, quedan abolidas las dos cosas, el modelo neoliberal y su política de pillaje, antipopular y entreguista".
Cada quien entiende por 'neoliberalismo', o política 'neoliberal', lo que le conviene o interesa.
Sin embargo, si nos atenemos a algunas de las grandes medidas de política pública que se tomaron a partir de 1994, hay varias que van a resistir la declaratoria de López Obrador. Le pongo sólo el ejemplo de tres de ellas.
1.- La disciplina de las finanzas públicas como objetivo. Uno de los cambios fundamentales de la política económica a partir de 1988 respecto a los 70 y la primera parte de los 80, fue contener y reducir al mínimo el déficit público, objetivo que comparte explícitamente el gobierno de AMLO.
2.- La autonomía del Banco de México. Uno de los instrumentos usados para la indisciplina fiscal fue el financiamiento del Banco Central al gobierno. A partir de abril de 1994, el Banxico obtuvo autonomía constitucional que impide que el gobierno le ordene la política monetaria a seguir. Objetivo que explícitamente ha sido asumido por el gobierno de López Obrador.
3.- La vigencia de los tratados de libre comercio, que abrieron el mercado a la competencia internacional. El gobierno de AMLO respaldó la renegociación del TLCAN y cooperó con el equipo del gobierno anterior para llegar a un acuerdo con el gobierno de Trump, con el nuevo T-MEC. Así que, también en materia comercial, nos quedaremos con lo que el 'neoliberalismo' estableció.
En muchas ocasiones, López Obrador ha señalado que él ejerce una "pedagogía política". Es decir, simplifica los conceptos y los pone en términos asequibles a la mayoría, para que sean entendidos.
Si pensamos qué es lo que hizo el domingo pasado, se entiende que claramente pretenda deslindar a su gobierno, a la cuarta transformación, de los gobiernos anteriores.
Pero, la realidad es que eso no es cierto del todo, afortunadamente.
De la misma manera que le señalamos que es un desatino pretender que el gobierno de AMLO no cambie cosas en el sentido de lo que ofreció en la campaña, tampoco es preciso que se pueda hacer un borrón y cuenta nueva.
En el análisis detallado, resulta que el llamado "neoliberalismo" no hizo todo mal, al grado de que algunas de sus políticas e instituciones serán preservadas por la 4T.
De la misma manera, como le hemos dicho, que el liberalismo requiere reconocer sus errores y limitaciones, y tiene que construir una nueva narrativa a partir de ello, el gobierno de López Obrador, si pretende construir una historia exitosa, no debe explicar sus políticas en negativo, a partir de señalar su oposición al "neoliberalismo".
Necesita desarrollar una visión coherente y articulada para que la construcción sea en positivo y vaya más allá de las alusiones históricas y las generalidades.
A mi parecer, es todavía una agenda pendiente, pero en la que requiere avanzarse, si es que se va a proponer un Plan Nacional de Desarrollo coherente y viable.