Ayer, los medios de todo el mundo daban la noticia de que el gobierno ruso había aprobado una vacuna contra el Covid-19.
El anuncio fue hecho por el mismísimo presidente Vladimir Putin, quien contó además que incluso una de sus hijas había participado en los ensayos clínicos.
La aprobación implica que la vacuna, desarrollada en el Instituto Gamaleya de Epidemiología puede empezar a suministrarse a la población. De acuerdo con lo señalado por el gobierno ruso, se empezará el proceso de vacunación con los trabajadores de la salud y luego se irán cubriendo otros segmentos.
El nombre de la vacuna es Sputnik V, lo que rememora el primer satélite puesto en órbita por el hombre, con el que los rusos sorprendieron al mundo en 1957 y se pusieron adelante en la carrera espacial. ¿Se entiende el mensaje?
Esta es la segunda vacuna autorizada por un gobierno. La primera fue autorizada por uso limitado por el gobierno chino, específicamente por la Comisión Central Militar, el 29 de junio pasado, y fue desarrollada por la Academia Central Militar y la empresa CanSino BIO, para un uso limitado entre personal militar.
Ninguna de las dos vacunas autorizadas cumple con los protocolos de la OMS y en ambos casos, existe la percepción de que se trata de anuncios con fuerte componente político.
En términos de las reglas para el desarrollo de las vacunas, la vacuna de CanSino BIO es una de las que se encuentran en la tercera fase de ensayos clínicos, lo que implica aplicar la vacuna a varios miles de personas en diferentes lugares, y luego analizar los resultados.
La vacuna rusa ni siquiera está entre las que se tienen registradas por la OMS como prometedoras por sus resultados.
Las que están en la tercera fase son las que han sido desarrolladas por grupos encabezados por las siguientes personas e instituciones: Moderna y los Institutos Nacionales de Salud, de EU; Pfizer, de EU, junto con BioNTech, de Alemania y Fosun Pharma, de China; Astra Zeneca y la Universidad de Oxford, en Inglaterra; CanSino BIO y el área militar china; Sinopharm y el Instituto de Productos Biológicos de Beijing; Sinovac Biotech, empresa privada china; y Murdoch Children's Research Institute, de Australia.
La vacuna que ayer anunció Putin no está más avanzada que estas que le mencionamos y más bien se va a lanzar como parte de una guerra tecnológica con la que se pretende redefinir el poder a escala mundial.
Ayer, igualmente, el gobierno mexicano a través del secretario Ebrard anunció que el país se une a otros tres ensayos clínicos que realizan las empresas chinas CanSino BIO (que le referimos) y Walvas Biotechnology, además de la norteamericana Janssen Pharmaceuthicals. Ellas se suman al acuerdo previamente establecido con la francesa Sanofi.
Hay que aplaudir estas acciones del gobierno mexicano, pero también ser realistas y saber que la disponibilidad de la vacuna, así se apruebe este año va a tardar varios meses más.
Es probable que un esquema masivo de vacunación no esté disponible hasta antes del segundo semestre de 2021. Ojalá me equivoque, pero de manera realista, es lo que parece.
Y, hay que tomar decisiones con base en esa realidad.
Por cierto, si usted se pregunta por qué escribí hoy sobre la vacuna rusa y no sobre las denuncias de Emilio Lozoya a EPN y Videgaray, le comentó que la razón es que el tema de la vacuna me parece más importante para todos.
Quizás es menos llamativo, pero el ubicarnos correctamente respecto a lo que podemos esperar sobre la posibilidad de acabar finalmente con la pandemia es muy relevante y más vale que no nos dejemos engañar.
Por lo pronto, yo no me apuntaría para recibir la Sputnik V.