Coordenadas

¿Tiene futuro Pemex?

Apostar al pasado de la petrolera puede ser la mejor fórmula para asegurarse de que no tenga futuro.

El día de ayer se dio a conocer que la producción de petróleo de Pemex tuvo un promedio de 1 millón 595 mil barriles por día durante julio.

Se trata de una reducción de 10 mil barriles respecto a las cifras de junio y es el monto más bajo desde 1979, hace 41 años.

Al ver estos datos, la pregunta de si tiene futuro Pemex es más que legítima.

Por un lado, se aprecia que estamos lejos de las metas de producción que se habían propuesto el año pasado. Se esperaba que a estas alturas del año ya se estuvieran produciendo más de 1.8 millones de barriles por día.

La debacle productiva va más allá. En el mismo lapso se produjeron solo 156 mil 700 barriles diarios de gasolinas, 24 por ciento menos que el promedio de 2018.

Las exportaciones de petróleo fueron de 1 millón 51 mil barriles promedio por día. Fueron 127 mil barriles menos que en abril, así que tal vez sea el cumplimiento del compromiso con la OPEP, con un 'pilón' de 27 por ciento.

La realidad es que, compromisos de la OPEP o no, no se ve cómo Pemex pueda producir una cantidad que sea significativamente mayor.

Tiene razón AMLO cuando señala que por muchos años Pemex se convirtió en una fuente de financiamiento para el gobierno. Ese hecho, así como la corrupción y la administración ineficiente, dieron lugar a la debacle de la producción petrolera y el deterioro de la situación financiera.

Pero los resultados de los casi 21 meses de la nueva administración no permiten ser optimistas y no se ve viable Pemex sin transferencias del gobierno federal.

El problema es que la crisis económica que vivimos hoy deja pocos márgenes de maniobra a Hacienda.

Si hubiera aportaciones recurrentes y relevantes del gobierno a Pemex, es muy probable que en los próximos 12 meses, la deuda soberana de México perdiera el grado de inversión y con ello se encareciera de manera importante el costo de su deuda pública.

Se podría pensar que todo esto se trata de un fenómeno coyuntural y que si se sortea la situación en los siguientes dos años Pemex podrá repuntar.

La realidad es que esto no será así.

Hay una tendencia mundial al desplazamiento de los hidrocarburos.

Existen políticas en los países desarrollados para generar una proporción creciente de energía eléctrica con fuentes renovables.

Esto implica una reducción de la demanda de hidrocarburos.

El otro gran consumidor de hidrocarburos es el transporte. En esta materia también se observa una tendencia hacia la sustitución de vehículos de gasolina por híbridos o por vehículos eléctricos.

Esto va a implicar también una reducción de la demanda de hidrocarburos en el largo plazo y probablemente también una caída de su precio.

Una muestra de ello es lo que pasa con el valor de las grandes empresas petroleras del mundo. El valor de Exxon cayó 44 por ciento en los últimos cinco años; Shell retrocedió también 44 por ciento en el mismo lapso; BP cayó en 34 por ciento. Sólo por citar a tres de las más grandes.

En esta circunstancia es muy complicado pensar en que Pemex tenga viabilidad.

La única opción sería convertirse de una empresa petrolera en una empresa de energía.

Sin embargo, eso implicaría dar un giro que no está en la visión de este gobierno que piensa más en los hidrocarburos que en la energía.

Apostar al pasado de Pemex puede ser la mejor fórmula para asegurarse de que no tenga futuro.

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