De manera muy precisa, en el Foro Virtual de El Financiero realizado ayer, el doctor Julio Frenk, presidente de la Universidad de Miami y exsecretario de Salud, señaló que la perspectiva que tenemos frente a nosotros, en México y en el mundo, es una carrera entre la vacunación y el surgimiento de las nuevas variantes del virus SARS-CoV-2.
Del resultado de esa carrera depende el futuro de la pandemia, con todas sus consecuencias.
Las variantes del virus aparecen por selección natural. Es decir, usualmente hay errores en la replicación de su código genético, y las que le permiten un mayor éxito de supervivencia prevalecen.
Mientras más contagios haya en el mundo, más posibilidades hay de que surjan variantes. Mientras más tiempo tarde el proceso de vacunación, aumentan las probabilidades de que alguna o alguna de las variantes ofrezcan algún tipo de resistencia a los anticuerpos que producen las vacunas.
Imagine una situación hipotética. Piense que, en el plazo de una semana, quedan vacunados todos en el mundo.
El virus se enfrentaría a un cuadro en el que los seres humanos que infecta tienen un sistema inmune que lo destruye. Ya no podría sobrevivir saltando de una persona a otra. Ni tendría margen de mutar para seguir contagiando. Desaparecería tal y como hoy lo conocemos.
En el otro extremo, piense que no hay ninguna vacuna. La pandemia subsistiría hasta que de manera natural se alcanzara una inmunidad colectiva –o de rebaño, como se le denomina– cuando se llegue a la infección de un alto porcentaje de la población.
Eso fue lo que sucedió con la pandemia de la llamada 'gripe española' de 1918-19, que, de acuerdo con algunas estimaciones, mató a 100 millones de personas en el mundo.
En términos relativos, respecto a la población del globo hoy, eso implicaría el fallecimiento de más de 400 millones de personas antes de desarrollar esa inmunidad.
El mejor ejemplo de los riesgos de esa carrera es el caso de Brasil, que le hemos referido en diversas ocasiones.
El promedio de fallecidos diarios en Brasil ha sido de mil 904 en marzo. Ya es el número uno del mundo en esta variable, pues en Estados Unidos, en el mismo periodo la cifra fue de mil 303 personas diarias en promedio.
Tal vez podría imaginar que Brasil es un desastre en vacunación. Pues no. En Brasil se han aplicado 16 millones de vacunas, 10 millones más que en México. Se ha vacunado a 7.5 por ciento de la población frente a 5 por ciento en México.
Pero el problema es que la difusión de la variante llamada P.1 –al menos esa– ha conducido a que los contagios crezcan y con ellos, los casos de hospitalización y los fallecidos.
Pareciera –solo pareciera– que en México no hemos tenido una difusión generalizada de alguna de las variantes más contagiosas. Sin embargo, existe una probabilidad elevada de que pronto ocurra, porque no hemos tenido restricciones de viajes y nos enfrentamos a una laxitud creciente de las medidas sanitarias en nuestra convivencia diaria.
Además, no hay señales de que la vacunación adquiera la velocidad necesaria para enfrentar el riesgo de los nuevos contagios.
En el Foro que El Financiero realizó ayer, Julio Frenk señaló que la mala gestión de la pandemia por parte de los regímenes populistas derivó, entre otros factores, de la subestimación del riesgo y la politización de las medidas sanitarias, como el uso del cubrebocas, por ejemplo. ¿Le suena?
Hoy, a pesar de las experiencias de los meses anteriores, el presidente López Obrador señala que espera que se vacune a la totalidad de los adultos mayores del país antes de que llegue la siguiente ola de contagios.
La misma historia. Se están viendo de manera ligera los nuevos riesgos y se está pensando que somos diferentes, que a nosotros no nos va a pasar lo mismo que a Brasil o a diversos países de Europa.
Creo que, en la carrera referida por Frenk, en México la vacunación aún se está quedando atrás y en las siguientes semanas nos pueden estallar los nuevos contagios.
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