"Estamos hartos de que los únicos temas que estén en la agenda pública sean la pandemia, la crisis económica y López Obrador".
Esta afirmación me la han hecho cada vez más personas que perciben que en los últimos meses no hay otra cosa de la cual se hable.
Y, efectivamente, nadie puede dudar que esos asuntos son los que dominan nuestras conversaciones.
Es explicable que sean los asuntos dominantes y también lo es que estemos cansados de ellos. No solamente porque convierten en algo monótono la agenda pública, sino porque casi todos ellos tienen que ver con malas noticias.
Por ejemplo, cuando hablamos de la crisis económica, cada vez tenemos que remontarnos más y más atrás para encontrar algún punto de comparación. El extremo lo ofreció esta semana el Banco Mundial al referir que la caída del Producto Interno Bruto por habitante en el mundo es la mayor ¡desde 1870!
Pero, igualmente en México los datos que van apareciendo ya no encuentran punto de comparación en nuestra historia documentada, como la caída de la producción industrial, que a tasa anual fue de 29.6 por ciento.
En cuanto a la pandemia, también es explicable la atención que le estamos dando porque se trata de un hecho inédito que no había ocurrido nunca en nuestras vidas y que está modificando completamente nuestro entorno.
En el caso de México se entiende que requiera gran atención porque, por ejemplo, en el número de fallecidos en promedio durante los últimos siete días, nuestro país ya se encuentra en el tercer lugar mundial. Solo Brasil (el primero) y Estados Unidos, tuvieron más fallecidos que México en la última semana.
Y del caso del presidente López Obrador, prácticamente no hemos podido dejar de hablar de él desde julio de 2018.
El problema no es que hablemos de temas cuya relevancia es verdaderamente excepcional. El asunto es que debiéramos estar conversando respecto a lo que realmente importa. Por ejemplo, debiéramos discutir cómo amortiguar el impacto económico del confinamiento y de qué forma manejar la crisis de salud para tener menos enfermos y menos fallecidos.
Un argumento con el que nos topamos sistemáticamente es que el gobierno de López Obrador no quiere hacer nada más en materia de política económica ni de medidas sanitarias.
Pero, quizás no nos hemos preguntado si como sociedad hemos hecho lo suficiente.
El caso más obvio es el de la ausencia de iniciativas por parte de los partidos políticos opositores. AMLO tiene el espacio en buena medida porque se lo dejan.
Si la agenda pública está dominada por lo que dice el presidente, eso también se explica por lo que no dicen los partidos.
Incluso, diversas organizaciones sociales, parecen haber entrado en una situación de agotamiento, al toparse con la terquedad presidencial. Da la impresión de que se llegó a la conclusión de que no tiene caso insistir, si al final ni nos escuchan.
Más allá de que el presidente no se mueva un ápice de sus creencias, debemos reconocer que nos ha faltado ingenio y creatividad.
Igualmente, debemos considerar que no hemos hecho los esfuerzos necesarios para conseguir que la agenda pública no gire alrededor del contenido de las mañaneras o de los equívocos del doctor López-Gatell.
Se justifica el hartazgo que le referí… siempre y cuando nos demos cuenta de que somos también responsables de que exista.
¿O será tan contagiosa la enfermedad de echarle la culpa a los demás que ya se nos pegó?
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