La política de gasto público para los dos primeros años del gobierno de la cuarta transformación seguramente está dando envidia a los llamados 'neoliberales'.
Los ortodoxos funcionarios del sector hacendario pugnaron casi siempre por el equilibrio fiscal, por buscar reducciones en el gasto público o aumento de los ingresos.
Sin embargo, los gobiernos del PRI y del PAN, en el caso específico del gasto, se resistieron a imponer los recortes por el efecto que tendrían en la actividad económica, en la política social… y en los resultados electorales.
Déjeme hacer un poco de historia.
En el sexenio de Vicente Fox, durante el primer año de su mandato, hubo un crecimiento del gasto programable del sector público de 2.1 por ciento. Pareció poquito. Pero luego llegó a 9.2 por ciento en el segundo año. Es decir, para su segundo año el gasto público en el sexenio de Fox ya era 11.4 por ciento superior al del último año de Zedillo.
Durante el gobierno de Felipe Calderón, el incremento fue aún mayor y en el 2008, el gasto realizado por el sector público había crecido 22 por ciento respecto al último año de Fox.
Aun en el caso del sexenio de Peña, con todo y el complicado arranque que restringió en 2013 los desembolsos del sector público, para el 2014, el gasto realizado ya fue superior en 6.8 por ciento al del último año del gobierno de Calderón.
Los 'neoliberales', que supuestamente querían más mercado y menos Estado, gastaron más y más casi cada año.
El gasto del último año del gobierno de Peña fue 121 por ciento superior al del último año del gobierno de Zedillo.
Eso implica un ritmo de crecimiento anual del gasto programable del sector público de 4.4 por ciento en términos reales, cuando la economía creció menos de la mitad.
Sin embargo, vale subrayar que el lapso en el que Hacienda estuvo bajo la batuta de Meade y de González Anaya, es decir, entre 2016 y 2018, hubo finalmente una reducción del gasto de 12.0 por ciento.
Esa tendencia se habrá extendido al gobierno de López Obrador.
De acuerdo con los Pre-Criterios de Política Económica, el gasto programable estimado para este año será 5 por ciento inferior en términos reales al registrado en el último año del gobierno de Peña. Y, para 2020, el decrecimiento será de 2.1 por ciento.
Es decir, en dos años, habrá una caída del gasto de 7 por ciento.
En otras palabras, hay una continuidad entre los últimos años del gobierno de Peña y los primeros de AMLO, al punto de que el gasto público previsto para 2020 será 18.1 por ciento inferior al de 2016, que fue el año en el que se llegó a un pico del gasto público en México.
Como le he comentado desde hace mucho tiempo en este espacio, más que el manejo del volumen en sí mismo, lo que hace falta en México es una reingeniería del gasto.
En el primer año del sexenio de Fox, el 83.6 por ciento de las erogaciones correspondía a gasto corriente. Para los primeros dos meses de este año, ese porcentaje fue de 81.3 por ciento, muy parecido.
En otras palabras, tenemos hasta ahora al gobierno que ha comenzado con la mayor disciplina fiscal desde los tiempos de Zedillo… aunque eso vaya a significar también, quizás, el tener el menor crecimiento económico para un arranque de sexenio, desde Fox.
Es decir, en crecimiento, no habrá ninguna diferencia respecto al estigmatizado periodo neoliberal.