Hace unos días el temor del incumplimiento de los compromisos financieros de la desarrolladora inmobiliaria más grande de China generó cierto ajuste de los mercados financieros globales.
De inmediato surgió el paralelismo de comparar a Evergrande con Lehman Brothers, que con su quiebra de hace 12 años fue el detonador de la crisis hipotecaria que voló al sistema financiero americano y originó la Gran Recesión global.
Analicemos rápidamente tres burbujas inmobiliarias, para ver las diferencias:
Japón: (1971–1991) La economía japonesa de la posguerra estaba totalmente destruida. Pero en la década de los setentas inicio un boom económico, financiero e inmobiliario que duro cerca de 20 años.
Las principales causas de este boom fueron: los acuerdos del Hotel Plaza y del Louvre que representan la reapertura de la economía japonesa al mundo. Tokio se convirtió en la bolsa más grande del mundo y la de Osaka relegó a la de Londres al cuarto lugar. Las empresas se valoraban a un múltiplo precio/utilidad de 60 veces en promedio. Entre 1985 y 1989 las acciones subieron un 240 por ciento. Al final del boom, el mercado de valores de Japón era aproximadamente 47 por ciento del índice MSCI World (Índice mundial de las bolsas de los principales países desarrollados). El mercado de valores de Nueva York era un 25 por ciento del mundial, para darnos una idea de la sobrevaluación y ocupaba el segundo lugar. Unos años después llegó irremediablemente el crack (hokai) y los precios de los inmuebles y de las acciones bajarían más de 70 por ciento. Desde 1988 y hasta agosto de 1990, el Banco de Japón decidió incrementar la tasa de interés de 2.5 a 6.0 por ciento anual. El Índice Nikkei tocó 38 mil puntos antes del desplome. Hoy, 30 años después, se ubica en 30 mil puntos, con todo y la política monetaria ultraextrema vigente.
En Estados Unidos, después de una década de alto crecimiento económico en los noventas, el boom de la Bolsa Nasdaq terminó con la fiebre de las empresas punto com, al emitirse una sentencia en contra de Microsoft para obligarla a dividirse en dos. Para amortiguar los efectos recesivos del crack, Alan Greenspan decide bajar la tasa de referencia al nivel más bajo hasta entonces, 1.0 por ciento, facilitando con la desregulación financiera y el exceso de medios de pago y crédito una burbuja financiera. Los precios de las casas se dispararon en un boom hasta un promedio de 270 mil dólares. Los mercados desregulados adoptaron nuevas modalidades de expansión crediticia conocidos como los credit default swaps. Los ciudadanos al igual que años antes los japoneses, compraron segundas y terceras casas. Después el mismo Alan Greenspan decidió subir la tasa de interés hasta 5.25 por ciento en 2008, y se detona un megacrack con el colapso de Lehman Brothers. Con la política monetaria extrema de la Fed de hoy en día el precio promedio de las casas usadas supera los 370 mil dólares.
En México, el presidente Salinas de Gortari propició un gran boom de crédito, apoyado en las optimistas expectativas de la economía mexicana con la privatización de la banca, la desregulación y la entrada del TLC con EU y Canadá. La expansión del crédito se salió de control en todos sus segmentos. Particularmente los créditos hipotecarios estaban diseñados para pagarse en base al salario mínimo, y no en las condiciones del mercado. A tan solo dos años de haber concluido la privatización de la banca, el error de diciembre generó la quiebra del sistema financiero en su conjunto. El secretario de Hacienda Pedro Aspe había logrado contener la salida de los inversionistas internacionales canjeándoles Cetes por Tesobonos que estaban indizados al dólar, por un importe de 22 mil millones de dólares. Pero los Tesobonos tenían un plazo promedio de colocación de tan solo tres meses. Las reservas internacionales habían desaparecido antes del cambio de gobierno. La devaluación obligó a la subida de las tasas de interés abrupta, y generó una caída del PIB del 6.0 por ciento.
Evergrande no es una institución financiera. Es un desarrollador y promotor inmobiliario. El más grande. Se encuentra en una clara situación de sobreendeudamiento y sin capital de trabajo. Tiene 1.6 millones de viviendas que no puede entregar. El gobierno de Xi Jinping no ha externado la intención de apoyarlo. No pagó intereses de sus créditos bancarios, y hay más de 120 bancos expuestos a default. Tampoco pudo pagar intereses de sus bonos el pasado jueves, aunque logró pactar con algunos de sus acreedores. El total de su deuda es por 300 mil millones de dólares. China también ha visto un boom en el precio de las viviendas en diversas grandes ciudades, desde hace más de diez años. Hasta ahora se espera que sí tenga un impacto significativo en el crecimiento de la economía de China y en su ámbito regional de influencia, aunque su impacto global será mucho menor al de la crisis hipotecaria americana de hace 12 años.
El autor es presidente de Bursamétrica.