El viernes pasado, desde la madrugada posterior al Thanksgiving Day, se observó un fenómeno de sell off global, con una baja generalizada de los índices de las bolsas, así como de las materias primas, en los bonos y de las divisas. El peso mexicano estaba cotizando en 22.10 pesos. El precio del petróleo Brent del Mar del Norte caía 13 por ciento. Las noticias sobre la aparición de la nueva variante ómicron del COVID generaron un enorme nerviosismo, dado que los reportes científicos afirman que esta cepa es mucho más contagiosa a las anteriores y es más resistente a las vacunas. Habiendo evidencia de una cuarta ola en varios países que han tenido que imponer de nuevo medidas de confinamiento, restricciones de viajes, etcétera la noticia del ómicron cayó como una bomba.
Para México vale la pena analizar dos cosas: 1. Lo que está sucediendo en el mercado internacional del petróleo. Y 2. El entorno doméstico con la incertidumbre sobre el cambio de la nominación para gobernador del Banco de México y una elevada inflación están propiciando una mayor volatilidad en el mercado cambiario. Ambos aspectos implican efectos importantes en las finanzas públicas y en la estabilidad macroeconómica.
Por lo que respecta al petróleo, después del recorte histórico de 10 millones de barriles diarios acordado por la OPEP y Rusia, el retorno de la oferta ha sido muy gradual, lo que junto con la importante recuperación de la demanda, ha dado como consecuencia un significativo incremento de los precios de más de un 100 por ciento desde los niveles del segundo trimestre de 2020 y de 67 por ciento respecto al precio de cierre de 2020. Este es uno de los principales factores que ha disparado la inflación de costos en todo el mundo. Ante la negativa de incrementar más rápido la producción, hace unos días el presidente Biden anunció que liberaría 50 millones de barriles de la reserva estratégica del gobierno americano, lo que fue secundado por otros países como China, Reino Unido, Japón, India y Corea del Sur. Sin embargo los precios estaban ajustándose muy gradualmente. Después de una caída inicial en los precios, el petróleo ganó más de un dólar por barril después del anuncio del martes pasado.
El viernes, el WTI cayó 14 por ciento, por debajo de su promedio móvil de 200 días por primera vez desde noviembre de 2020, lo que podría implicar un cambio de tendencia de largo plazo. Esta semana la OPEP+ tiene programada una reunión virtual para contestarle a EU por la liberación de la reserva estratégica. La OPEP y sus aliados están cada vez más inclinados a abandonar un aumento programado de la producción en enero ante el virus y la liberación de crudo. Con todo y las medidas adoptadas en contra del cambio climático, la economía mundial es tan adicta al petróleo como lo era antes de la pandemia. El consumo mundial ha regresado a 100 millones de barriles diarios, un nivel visto por última vez en 2019. La decisión de continuar con el incremento gradual de la producción, por 400 mil barriles diarios, o restringir la producción de nuevo, dependerá de si el petróleo sigue subiendo más allá de 80 dólares por barril. El Presupuesto del gobierno de México contempla un precio de la mezcla en 55 dólares. El precio de la mezcla debe ubicarse después de la caída del viernes en alrededor de 62.80 dólares, lo que todavía le generaría un excedente de ingresos al gobierno federal.
En el mercado cambiario, el dólar cerró en 21.92 pesos y la noche del domingo se ubicaba en 21.73 pesos por dólar. Existen factores internos de una enorme relevancia que están generando un mayor ruido y volatilidad en los mercados financieros domésticos. En el tercer trimestre, según Banco de México salieron 7 mil millones de dólares de inversionistas residentes en el exterior del mercado de bonos gubernamentales en pesos, y 7 mil millones más de inversionistas mexicanos que decidieron invertirlos en el mercado financiero norteamericano. Las reservas internacionales siguen en 198 mil millones de dólares, lo que representa cerca de 86 por ciento de la deuda externa total.
El decreto presidencial sobre los proyectos de infraestructura que implican opacidad, el cambio del candidato presidencial a gobernador del Banco de México en donde los analistas internacionales cuestionan la inexperiencia en materia monetaria que exige la ley, y la inflación que para la primera quincena de noviembre se ubicó en 7.05 por ciento están generando mayor nerviosismo en los mercados mexicanos. Sin embargo, las disposiciones de ley que le obligan al Banco de México a entregar los remanentes de operación a la Secretaría de Hacienda en abril del año entrante, podrían arrojar que para este año si el tipo de cambio cerrara en 22 pesos por dólar, Banxico tenga que entregar alrededor de 290 mil millones de pesos, que podrían destinarse en 87 mil millones para aportarse al Fondo de Estabilización de Ingresos, y 203 mil millones al pago de la deuda pública.
El autor es presidente de Bursamétrica.