Después de 11 años de inmovilidad, la semana pasada el Banco Central del Euro decidió incrementar por primera vez sus tres diferentes tasas de referencia en 50 puntos base cada una, iniciando así un ciclo alcista, con lo cual pretende recuperar la credibilidad al dar una respuesta ‘contundente’ contra la inflación.
Esta semana el Comité Federal de Mercado Abierto de la Reserva Federal podría incrementar de nuevo su tasa objetivo de Fondos Federales en 75 puntos base por lo menos. Si volteamos a ver lo que están haciendo ambas entidades y los demás bancos centrales, podemos afirmar que el escenario de una normalización global de las políticas monetarias extremas se está cumpliendo; lo que podría tener consecuencias inéditas en la economía mundial.
A diferencia de lo que pasó en la crisis hipotecaria de 2008, cuando la implementación de las políticas monetarias extremas se llevó más de cuatro años para generalizarse, ya que después de la adopción inmediata de la política extrema que ejecutó Ben Bernanke de la Reserva Federal, otros bancos centrales fueron adoptando medidas similares gradualmente, y el Banco Central del Euro las adoptó hasta el nombramiento de Mario Draghi como presidente del Banco en 2011; luego la desarticulación de las medidas tampoco fue sincronizada, Bernanke ya estaba hablando de iniciar el tapering en mayo de 2011 y los miembros del FOMC empezaron a subir la tasa de Fondos Federales en diciembre de 2015, mientras que el Banco Central del Euro prácticamente nunca llegó a desarticular dichas políticas cuando empezó la pandemia. Con la pandemia, la readopción de las políticas extremas fue inmediata y generalizada. Ahora su desarticulación puede coincidir en varios Bancos Centrales a la vez, lo que puede generar importantes efectos en los mercados tanto de bienes y servicios como en los mercados financieros.
Recordando para los no expertos, las políticas monetarias extremas tienen dos principales componentes: a) la reducción inmediata de las tasas de referencia a niveles mínimos, de cero o negativos; y b) los programas de creación de dinero, mediante programas de compras de bonos soberanos, hipotecarios y hasta corporativos por parte de los bancos centrales, con lo que se crea y se inyecta dinero al sistema.
Durante los años 2020 y 2021 además de tasas de interés alrededor de cero o negativas, se observó la creación de dinero más importante de la historia de la humanidad. En tan solo dos años, la oferta monetaria global creció en 61 por ciento. La Reserva Federal aumentó el tamaño de su balance desde 4.1 billones de dólares a 8.9 billones en abril de 2022. Un incremento de 3.3 billones en tan solo dos años. El banco del euro incremento el tamaño de sus activos de 4.7 billones, a 8.2 billones de euros en el periodo.
De acuerdo a diversas fuentes y a un recuento realizado por Bursamétrica, en términos de dólares el incremento de la oferta monetaria global fue de alrededor de 11.3 billones de dólares para un PIB mundial que este año alcanzará 100 billones de dólares. Si a esto se le agrega el incremento del gasto fiscal de los gobiernos en sus programas de política fiscal extremos, no nos debe de extrañar entonces la rápida recuperación en la actividad económica y el fenómeno de la inflación global que estamos padeciendo, independientemente de las burbujas que se generaron en los diversos mercados financieros, que ahora se están desinflando, la disrupción que se tiene en las cadenas de suministro globales y adicionalmente los efectos de la invasión de Rusia en Ucrania, tanto en hidrocarburos como en los granos.
La normalización tiene una doble pinza. Subir el costo del dinero y recoger dinero. El Banco de la Reserva Federal está acelerando el incremento del costo del dinero para llevarlo a un terreno neutral, nivel que el propio Jerome Powell sostiene que de acuerdo a la regla de Taylor se ubica hoy en cerca de 4.9 por ciento anual. Pero también la Fed está aplicando la quantitative tightening (QT) o contracción monetaria, a un ritmo de 47.5 mil millones mensual equivalente a 550 mil millones anual, lo que equivale a 2.3 por ciento del PIB.
A partir de septiembre el monto de contracción se duplicará para restringir la oferta monetaria en 1.1 billones anuales equivalentes a 4.6 por ciento del PIB. Aunque por ahora el banco del euro no está anunciando programas de reducción de la oferta monetaria concretos, es evidente que en algún momento también tendrá que salir a recoger euros de la circulación.
Muchos otros bancos centrales se encuentran haciendo lo mismo desde mucho antes que la Reserva Federal iniciara su normalización. Los bancos de Canadá, Reino Unido, Brasil, Chile, Suecia, Australia, Nueva Zelanda, México, Perú o Colombia están subiendo sus tasas de interés y aplicando políticas monetarias de contracción de la oferta. El riesgo de una recesión global es evidente, lo que en México puede tener efectos amplificados ante la ausencia de inversión.
El columnista es presidente de Bursamétrica.