La propuesta de un déficit fiscal del 5.4 por ciento sobre el PIB planteado en el Paquete Económico 2024, el agitado entorno político, y un ligero incremento en el tipo de cambio ante el tono restrictivo del último comunicado de la Fed han despertado los temores de una crisis de fin de sexenio. Por esto hacemos ahora una revisión de las crisis sexenales más importantes.
Empezaremos por la crisis de 1982 al término del gobierno del presidente José López Portillo (1976–1982), que continuó el modelo estatista de la administración previa, con la diferencia de que los precios del petróleo se fueron a nuevos máximos históricos, lo que llevó al Presidente a expresar su preocupación para saber administrar la abundancia, y a los bancos internacionales a ofrecer de una manera irresponsable, créditos al por mayor a México, por ser un país petrolero.
La economía presentaba dos grandes déficits crecientes: el déficit fiscal, y el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos. México no generaba los suficientes dólares para pagar los intereses de la deuda externa.
Al bajar los precios del petróleo, y subir las tasas de interés internacionales, con una inflación creciente, con una evidente sobrevaluación del peso, y con déficits gemelos en máximos históricos, se registró una fuga de capitales. Al agotarse las reservas internacionales, el gobierno se vio forzado a adoptar medidas extremas, como fue la implementación de un control de cambios, y la estatización de la banca.
Miguel de la Madrid (1982–1988) recibió un país en ruinas, con una deuda externa impagable, con un déficit fiscal que llegó a ubicarse en el primer año de su administración en el 17 por ciento del PIB, y con las alternativas de financiamiento completamente cerradas. Se tuvo que implementar un encaje legal de más del 100 por ciento para la banca estatizada. Miguel de la Madrid dio el ‘golpe de timón’ para adoptar un modelo económico más ortodoxo, sin salirse del guion del ‘nacionalismo revolucionario’ y la economía mixta; pero en su administración se logró una importante reestructura de la deuda externa, una importante reforma fiscal, se inició la privatización de algunas de las empresas, se entró al GATT, y se logró redefinir al Banco de México como una Institución autónoma. El cambio aumentó en mil 552 por ciento desde 100 viejos pesos a dos mil 483 viejos pesos por dólar.
Llegamos a la administración del presidente Carlos Salinas de Gortari (1988–1994) en donde la decisión de conformar una zona de libre comercio en Norteamérica, junto con Canadá y Estados Unidos, la aceleración de las privatizaciones, incluida la banca, y un modelo económico que inspiró una mayor confianza y un mayor gasto de inversión por parte de las empresas y los individuos. El optimismo y el crecimiento acelerado llevaron a flexibilizar las prácticas del sistema financiero, lo que detonó una burbuja del crédito.
Los acontecimientos históricos del último año del sexenio, 1994, como el asalto zapatista, los asesinatos políticos como el del candidato del PRI a la presidencia (Luis Donaldo Colosio) y el presidente del PRI (Ruiz Massieu), habían tirado la confianza e incitado a una nueva fuga de capitales, con lo que las reservas internacionales se fueron vaciando. En febrero de 1994 se dio un embate contra el peso, lo que se resolvió ofreciendo a los grandes inversionistas institucionales internacionales canjear sus tenencias de Cetes, por Tesobonos, que eran instrumentos de corto plazo indizados al dólar.
Al cambiar el gobierno, el presidente Ernesto Zedillo (1994–2000) recibió una olla exprés a punto de explotar. Lo que explotó a los 20 días del nuevo sexenio. Se tenía un déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos, por más de 30 mil millones de dólares, estimado para el año 1995; había vencimientos de Tesobonos por 22 mil millones de dólares a tres meses, y vencimientos de deuda externa por más de 15 mil millones para todo el año. Las reservas internacionales se habían ido a cero. El sistema financiero no estaba suficientemente capitalizado y supervisado, por lo que se dio una crisis financiera sistémica. El tipo de cambio aumento en el primer año de la administración de 3.37 nuevos pesos por dólar a 8.50 pesos por dólar, con un sistema cambiario de libre flotación. El sexenio culminó en 9.45 nuevos pesos, 180 por ciento arriba del tipo de cambio de inicio de sexenio.
Si bien para 2024 se está planteando un déficit fiscal del 5.4 por ciento del PIB, hoy tenemos reservas internacionales por 200 mil millones de dólares, equivalentes al saldo de la deuda externa incluyendo la del gobierno federal y la de Pemex. México es el principal socio comercial de Estados Unidos; se tiene un Banco Central realmente autónomo; contamos todavía con el grado de inversión por parte de las tres principales calificadoras internacionales. La administración de la deuda externa es muy eficiente, teniendo vencimientos poco significativos. Las bombas de tiempo que deja esta administración son: el abultado déficit fiscal que estructuralmente se tiene con las dádivas clientelares, las deficiencias en los servicios básicos del gobierno federal, y las endebles finanzas de Pemex.
El autor es presidente de Bursamétrica.