El déficit fiscal planteado en el Paquete Económico 2024 de 5.4 por ciento sobre el PIB, es algo totalmente insostenible, y pone en riesgo la calificación de grado de inversión de la deuda soberana. Tomar un nuevo endeudamiento de casi dos billones de pesos en un solo año, nos lleva a un acumulado de incremento en el saldo del financiamiento del 70 por ciento en el sexenio.
Si bien el secretario Rogelio Ramírez de la O está cumpliendo su promesa de terminar el sexenio sin rebasar un 50 por ciento de deuda pública a PIB (48.8 por ciento), de continuar un año más con este nivel de desequilibrio, podría hacer que la deuda rebase el umbral del 50 por ciento, y provocar una rápida degradación en la calificación de México, con todas sus consecuencias negativas en la economía y sobre todo en la sociedad. Ya hemos advertido aquí de que esta es una de las principales ‘bombas de tiempo’ que esta administración dejará a su sucesor; pero con una importante agravante: esta administración se gastó sin compasión todos los mecanismos de contingencia con los que contaba el Estado mexicano, como los Fondos de Estabilización de los Ingresos Petroleros, o el Fondo de Desastres Naturales.
De aquí que la propia Secretaría de Hacienda propone un ajuste en el gasto para el 2025 de casi 3.0 por ciento del PIB para regresar a un déficit más manejable del 2.6 por ciento sobre PIB. El Fondo Monetario Internacional (FMI) propone el camino opuesto, el de realizar una reforma fiscal que incremente los ingresos fiscales no petroleros en por lo menos 2.5 por ciento del PIB. ¿Cuál de las dos posturas tiene la razón?
En condiciones normales, lo recomendable es repartir la carga de un ajuste fiscal a ambos lados de la ecuación. Racionalizar el gasto, y elevar la recaudación. Sin embargo, esta administración incrementó sustancialmente el gasto en dádivas clientelares, recortando el gasto corriente a niveles extremos, desmantelando instituciones y haciendo que los servicios básicos del gobierno hacia la población se deterioren de manera alarmante. Es así que los principales servicios presentan resultados absolutamente deficientes: salud, educación, seguridad, impartición de justicia, mantenimiento de infraestructura (excepto estos dos últimos años). Los cuadros de las distintas agencias y dependencias sufrieron bajas importantes de gente preparada y con experiencia, ante los recortes de salarios en la burocracia, y la ocurrencia de vetar a los funcionarios públicos 10 años para poder trabajar en áreas afines a su especialidad en el sector privado, lo que ahuyentó a los mejores funcionarios. En muchas agencias oficiales lo que se encuentra ahora en cuanto a calidad de recursos humanos es patético, como puede apreciarse en la CNBV, la Consar, la CNSF, la Condusef, en la CNE , la Cofece o el INE.
Lo que va a tener que realizar la siguiente administración entrando en funciones es reducir el déficit, incrementando la recaudación, y redireccionando el gasto de manera más racional, hasta donde la ley lo permita. El gasto de pensiones en general va a crecer de manera exponencial en los próximos años. No hay una fuente de ingresos que lo respalde y la presión sobre las finanzas públicas será tremenda.
El incremento de la recaudación tiene varias alternativas, que van desde incrementar la fiscalización, como lo hizo exitosamente esta administración, orientándose a los grandes contribuyentes, hasta incrementar la fiscalización en todos los segmentos, o combatir frontalmente la informalidad que hoy representa entre 50 y 60 por ciento de la economía, y queda además la alternativa de incrementar los impuestos, o como en el pasado, incrementar también los precios de la gasolina y de la energía eléctrica como un impuesto disfrazado.
El FMI sugiere medidas para aumentar los ingresos tributarios como eliminar la tasa de cero IVA a alimentos y medicinas, o ampliar el impuesto a la renta personal, pero el incremento de los impuestos tiene dos grandes obstáculos: el primero es que nuestro sistema fiscal vigente no es competitivo, en particular contra el impuesto por el expresidente Trump en Estados Unidos e incrementar los impuestos lo haría menos competitivo. El segundo es que se ve difícil que el próximo gobierno vaya a contar con mayoría en el Congreso, por lo que la aprobación de incrementos en los impuestos pudiera ser imposible.
Estamos ante una nueva oportunidad histórica ante el fenómeno del nearshoring, la evolución de la tecnología, como el uso de los microchips o la inteligencia artificial. Nuestra integración al bloque económico más grande del mundo no está siendo óptima. El Dr. Roberto Durán Fernández del Tec de Monterrey calcula que México solo se está aprovechando el 15 por ciento de la inversión en nearshoring, muy por debajo de lo que están recibiendo países como Vietnam. De nosotros depende aprovecharlo o volver a tirar la oportunidad al caño, como le hemos hecho en varias ocasiones en el pasado.
El autor es presidente de Bursamétrica