Perspectiva Bursamétrica

Analizando las sorpresas recientes en las economías de EU y de México

Aparentemente hay un frenazo en la actividad económica de EU, pero podría deberse a un enorme déficit comercial.

Indicadores recientes tanto de la economía norteamericana como de la mexicana han resultado sorpresivos. Unos en el terreno positivo y otros en el negativo. Pero en el análisis las cosas no son lo que aparentan.

En primer lugar se destaca el reporte preliminar del PIB al primer trimestre en los Estados Unidos, publicado por la Oficina de Análisis Económico, dependiente del Departamento de Comercio, que nos arroja un crecimiento de solo 1.6 por ciento anualizado, +0.4 por ciento trimestral. La mitad del crecimiento del cuarto trimestre del 2023, que fue 3.2 por ciento anualizado, +0.8 por ciento trimestral, que a su vez suponía una menor fuerza con respecto al 4.9 por ciento anualizado, +1.2 por ciento trimestral del tercer trimestre, cuando la economía se aceleró sorpresivamente y creció al mayor ritmo desde 2021.

Aparentemente hay un frenazo en la actividad económica, pero si le metemos la lupa a los ingredientes, resulta que está sucediendo algo similar a lo que vimos en el primer trimestre del 2022, cuando el PIB se contrajo, por un enorme déficit comercial, lo que no fue necesariamente una desaceleración, ya que más bien reflejó una demanda de productos importados exageradamente fuerte. Tan fuerte que todo el PIB se fue a una variación negativa. En este primer trimestre del 2024 está sucediendo algo parecido, pero con menor intensidad, el déficit comercial se resta al PIB, las importaciones americanas crecieron muy rápido, y redujeron el crecimiento del PIB. Sin este déficit, la economía hubiera presentado un crecimiento del 2.5 por ciento anualizado.

También se observó aceleración de la inversión residencial, lo que resulta extraño ante el elevado nivel de las tasas de interés, pero crecimientos más lentos en el gasto de los consumidores, en las exportaciones y en el gasto gubernamental, tanto de los gobiernos estatales y locales como del gobierno federal.

El otro aspecto es el de la inflación implícita que en lugar de bajar, subió. El índice de precios de gastos de consumo personal, que excluye alimentos y energía (PCE subyacente), se disparó al 3.7 por ciento anual desde el 2.0 por ciento del cuarto trimestre del 2023, el mayor incremento en casi un año, con lo que una reducción inicial en las tasas de interés por parte de la Fed se vuelve menos probable.

En México tuvimos una sorpresa positiva con los datos del IGAE de febrero, que fueron mejores a los estimados por el INEGI. En su Indicador Oportuno de la Actividad Económica INEGI estimaba un crecimiento del 2.1 por ciento anual; Bursamétrica estimaba un crecimiento del 1.9 por ciento anual con su indicador IBAM. El IGAE de febrero mostró su mayor alza en tres meses, subiendo 2.6 v tras moderar su avance al 1.0 por ciento en enero. La actividad primaria aumentó 5.8 por ciento, los servicios 3.2 por ciento y la industria 1.5 por ciento, respecto al mismo mes de un año antes. En la óptica mensual, luego de bajar 0.9 por ciento, el IGAE de febrero creció 1.4 por ciento mensual. A pesar de la fuerte sequía, el sector primario saltó 16.5 por ciento mensual, después de contraerse 13.0 por ciento en enero, en respuesta a la mayor producción agrícola y el tibio regreso al crecimiento de la ganadería. A su vez, el sector servicios marcó su mejor desempeño desde marzo de 2021, y creció 1.2 por ciento mensual, apuntalado por el comercio mayorista y la información de medios masivos. De manera distinta, la actividad industrial cayó por el declive de la minería y la construcción.

Sin embargo, los datos de marzo pudieran ser mucho menos favorables. Nuestra estimación con el indicador IBEM es de un crecimiento del 1.9 por ciento anual. Al conocer las cifras de la balanza comercial de marzo, se observan cifras preocupantes.

La balanza comercial se tornó superavitaria en marzo, tras dos déficits consecutivos. Los resultados preliminares de marzo arrojaron un excedente de 2 mil 98 millones de dólares, que se compara con el déficit de 585 millones en febrero y el superávit de mil 195 millones de igual mes de un año antes. Un superávit pudiera parecer favorable, pero resulta que las exportaciones cayeron 5.3 por ciento anual y las importaciones se redujeron 7.1 por ciento anual. Las exportaciones manufactureras descendieron 4.5 por ciento por una baja de 2.4 por ciento en las automotrices y de -5.6 por ciento en las no automotrices. Las petroleras se desplomaron 21.4 por ciento y las extractivas -25.2 por ciento. Las agropecuarias aumentaron 6.0 por ciento. Por su parte, las importaciones de uso intermedio se deprimieron 8.1 por ciento, las de capital -4.4 por ciento y las de consumo -3.9 por ciento anual.

En el mercado laboral, las cifras tampoco lucen optimistas. En el IMSS, la creación de puestos de trabajo en la economía formal de marzo fue prácticamente nula. La tasa de desempleo subió en marzo luego de tres bajas continuas. Cifras desestacionalizadas del INEGI informaron que la tasa subió al 2.7 por ciento desde el 2.6 por ciento en febrero.

A estos signos de debilidad, se le añade una inflación al alza. El INEGI informó que en la primera quincena de abril el INPC bajó 0.09 por ciento, luego de subir 0.29 por ciento al concluir marzo.

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